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sábado, 28 de mayo de 2011

Diario de viaje - Primeras impresiones de mi nuevo hogar

Esta es mi primera semana en mi nuevo hogar en los Estados Unidos, un país que yo conocía de visitas y vacaciones, y por aquello que se mostraba en las películas. Me mudé a una ciudad pequeña, en comparación con Río de Janeiro y Buenos Aires, que está a 45 km del centro de Atlanta, que se llama Cumming. Ando dedicada exclusivamente a las labores de la decoración de la casa, y hemos hecho bastante para tan poco tiempo: nuestra casa ya tiene cara de casa.


Con esto de salir a hacer trámites, a sacar documentos y a comprar muebles, voy conociendo un poco de la cultura y forma de vida acá.


Las diez de la noche la mayoría de los restaurantes ya están cerrados: la vida acá es diurna. La gente se despierta muy temprano para trabajar y se va a dormir temprano también. Las horas pico van desde las 7 a las 8:30 de la mañana y desde las 3:00 a las 5:30 de la tarde: este es el momento que las personas se están moviendo hacia sus trabajos y hacia sus hogares, respectivamente. Todo se hace en auto, porque algunas cosas están a una distancia que no se puede recorrer caminando. Los shopping centers como los conocemos en Brasil y Argentina no son tan comunes acá: los negócios están ubicados en lugares tan grandes como los centros comerciales, pero sus puertas se abren hacia el estacionamiento, que queda descubierto. Por lo tanto, no se camina dentro de un centro comercial: la gente conduce sus autos hasta los lugares que desean ir, y lo estacionan ahí adelante. Pocos lugares funcionan las 24 horas. Restaurante para comer después de las 11 sólo los de estilo cafetería, con comida de tipo chatarra, más humilde.


Las casas no tienen rejas y la gente confía en que la policía existe para protegerlas, gran diferencia que encuentro en comparación con mi país de origen. Todas las viviendas tienen alarma, y ​​una manera que la gente se utiliza para sentirse más segura es mostrar que están en casa cuando lo estén dejando, por ejemplo, el auto afuera del garaje, o el garage con sus puertas abiertas y el auto a la vista, para que si alguien piense en invadir, lo piense dos veces. Por otra parte, el porte de armas está permitido. Entonces, el que quiera invadir lo pensará dos veces si el residente está presente.


Es un hábito común por aquí no cerrar las puertas. Por eso vemos tantas historias en los noticieros de personas que salen del baño y se encuentran con un violador esperándoles en el cuarto.


Otra gran diferencia que encuentro es en la prestación de servicios tales como electricidad, gas y água. La provisión de eses servicios se hace por empresas privadas, y los consumidores pueden elegir entre las varias compañías con licencia para hacerlo. Por lo tanto, la competencia es mayor, los precios son mejores, y la calidad del servicio también.


El documento básico de identidad aquí es el número de Seguro Social. Sin ello, uno no trabaja, no tiene crédito y difícilmente será aceptado por cualquier prestador de servicios. Pero hay una opción para esto: te hacen dejar un depósito, que será retenido por ellos por un período que puede variar de 6 meses a 1 año, y al final de ese período, el valor te será devuelto con juros y corrección.


También el servicio de recolección de basura no es pública ni centralizada: uno elige la empresa que quiere que haga ese trabajo, y paga por este servicio, que se llevará a cabo una vez por semana en un día determinado. Mientras tanto, uno acumula su basura en contenedores provistos por la empresa. En el día de la recolección, uno deja el contenedor lleno en su puerta, la empresa viene, lo vacía y lo vuelve a dejar en la puerta, para que uno lo siga usando.


Se nota la preocupación por el medio ambiente en todas partes: cada empresa hace pública la información respeto a lo que hace con su basura, como fabrica sus productos, y estimula al consumidor, con recompensas, bonificaciones y descuentos, que les ayude a reciclar papel, productos, etc.


De hecho, contrariamente a la creencia que tenemos cuando vivimos en América del Sur, cada dólar es muy valorado por los estadounidenses. Así, si uno puede realizar un servicio que a través de un tercero le saldrá $50, cómo cuidar de su propio jardín, aprenderá a hacerlo y lo hará él mismo.


Y esto se aplica a todo, desde el servicio de la casa al mantenimiento del auto. Creo que eso es lo que promueve el bajo costo de lo que es producto ("comprálo y hacélo vos mismo") en comparación con el costo de lo que es  servicio.


Y así vamos entendiendo cosas como, por ejemplo, la parrilla eléctrica en el jardín o la cacerola que hace fritos sin grasa y sin humo. No es lujo, es necesidad. De hecho, hoy tuve una experiencia "divertida" en ese sentido. Hice mi primera hamburguesa acá, pero a moda brasileña: en la sartén y con mantequilla. La cantidad de humo y el olor que genere en la casa me hizo pensar que realmente hay una razón por la cual se venden algunos utensillos  tan baratos: si se ensucia, es uno quien lo va a limpiar. Entonces, ¿por qué no facilitar la propia vida?


Te compraste algo, te lo llevas a casa, lo utilizaste, ¿no te gusto? ¡Devolvelo! Nadie te obliga a que te quedes con él. ¿Te queres comprar un mueble y quieres que te lo lleven y te lo armen? Pagarás por ello. Si te lo llevas y te lo armas vos mismo, genial, el costo es cero. Si, es la política del "cada uno por sí y dios por todos". Pero las personas son más autónomas y menos dependientes las unas de las otras. "También son más desgarrados", dirán algunos. Sí... pero, por otro lado, los que estén unidos lo estarán única y exclusivamente porque así lo desean, sin ningún otro motivo por detrás.


Es raro encontrar gente por acá que se dedique exclusivamente al cuidado de la casa y de los niños, o jubilados. Todos trabajan, aunque sea tiempo parcial. Hay muchos trabajadores de edad avanzada, no sé si por necesidad económica o para mantenerse ocupado y útil, ya que los niños generalmente se van a la universidad a los 17 años y ya no vuelven a la casa de los padres - incluso porque les parece "raro" que los hijos sigan viviendo con sus padres después de los 20 años de edad.


Los criterios para la concesión de crédito aquí son totalmente diferentes de lo que conocemos: no es necesario demostrar que tenes patrimonio que puedan embargar caso no puedas pagar el préstamo, y tampoco importa mucho que tengas un sueldo excelente. Lo que esperan de uno es que seamos capaces de pagar nuestras cuentas en día. Puede ser que gastemos $10 por mes en la tarjeta de crédito, pero lo tenemos que pagar en día. Y este control se realiza mediante el Número de Seguro Social: una vez que te asignan uno, tu vida está atada a él, a través de un sistema centralizado que registra la responsabilidad de uno con el manejo de sus gastos y el pago de sus facturas.


De hecho, el pago de las facturas también es algo muy interesante: se hace por correo. Uno completa un cheque una semana antes del vencimiento de la cuenta, lo pone en el buzón de correo, y cuando el cartero viene a dejar el correo, lleva lo que este ahí para él. Este es el medio más seguro y barato. Las transferencias son muy caras y sólo se utilizan para valores altos.


Poco a poco me di cuenta de que los brasileños somos más "americanizados" de lo que pensamos, y que los argentinos lo son muy poco: la comida que encuentro acá son comunes en Brasil y difíciles de encontrar en Argentina, como la pechuga de pavo ahumada, el queso cottage, el te frío, cosas que yo extrañaba terriblemente cuando vivía en Buenos Aires. La manera de la gente de relacionarse también es muy similar: todos son muy amigables y serviciales, y te dejan la puerta abierta para que te puedas comunicar, conocer, pedir ayuda. Pero, por lo general, no va más allá: cada uno está centrado en su propia vida. Así que esto no es algo que me choque. Estoy agradecida por la simpatía inicial que me dedican a mí, porque cuando cambiamos de país, todo lo que necesitamos para sentirnos incluidos son algunas sonrisas y, si posible, mucha amabilidad. Y eso yo recibo. Si irá más allá de eso o no, el tiempo lo dirá. No me causa ansiedad o decepción que sea así.


Por otra parte, lo único que puedo decir, más allá de estas percepciones iniciales, es que estoy cansada, hiper ocupada, sin tener idea de que haré cuando todo este lío se termine, pero no estoy ni un poco preocupada con eso. Ya habrá tiempo para pensar en ello....

Diário de viagem - Primeiras impressões do meu novo lar

Essa é a minha primeira semana na minha nova casa nos Estados Unidos, país que eu conhecia de visitas e férias, e só por aquilo que mostravam nos filmes. Me mudei para uma cidade pequena, em comparação a Rio e Buenos Aires, que fica a 45km do centro de Atlanta, chamada Cumming. Ando dedicada exclusivamente aos trabalhos de mobiliar a casa, e já fizemos muito para tão pouco tempo: nossa casa já tem cara de casa.

Com isso de sair para fazer trâmites, tirar documentos e comprar móveis, vou conhecendo um pouquinho da cultura e da forma de viver daqui.
As dez da noite a maior parte dos restaurantes já está fechada: a vida aqui é diurna. As pessoas acordam muito cedo pra trabalhar e vão dormir igualmente cedo. Os horários de rush vão das 7 às 8:30 da manhã e das 3:00 às 5:30 da tarde: essa é a hora que as pessoas estão se locomovendo em direção aos seus trabalhos e em direção as suas casas, respectivamente. Tudo se faz de carro, porque poucas coisas estão a uma distância que se possa percorrer caminhando. Os shopping centers, como conhecemos no Brasil e na Argentina, aqui não são tão comuns: as lojas estão localizadas em lugares tão grandes como os shoppings, mas suas portas dão para o estacionamento, que fica descoberto. Logo, não se caminha por dentro do shopping: todos vão de carro e param seus carros em frente as lojas que desejam visitar. Poucos são os negócios que funcionam 24 horas. Restaurante para comer depois das 11 da noite só aqueles estilo lanchonete, com comida junk food, mais humildes. 
As casas não tem grades e as pessoas confiam que a policia existe para protege-las, diferença enorme que encontro em relação ao meu país de origem. Todas as casas tem alarme, e uma forma das pessoas se sentirem mais seguras é mostrarem que estão em casa, sempre que estiverem: assim, deixam seus carros fora das garagens, ou deixam as garagens com suas portas abertas, porque caso alguém pense em invadir, pensará duas vezes. Aliás, o porte de armas está permitido. Então, aquele que quiser invadir pensará duas vezes se o residente estiver presente. 
É um hábito comum por aqui não trancar as portas. Por isso vemos tantas histórias policiais de pessoas que saem do banho e encontram um estuprador esperando por elas no quarto. 
Outra diferença importante que encontro é nos serviços de fornecimento de luz, gas e água: a prestação desses serviços é feita por empresas privadas, e o consumidor pode escolher entre as varias empresas licenciadas para faze-lo. Logo, a competitividade é maior, os preços são melhores e a qualidade do serviço também.
O documento fundamental de identidade aqui é o Número de Seguro Social. Sem isso, você não trabalha, não tem crédito e dificilmente será aceito por alguma prestadora de serviço. Mas há opção para isso: eles fazem com que voce deixe um depósito, que ficará em poder deles por um tempo, que pode variar de 6 meses a 1 ano, e ao final desse prazo, o valor será devolvido a você com correção monetária.
Também o serviço de coleta de lixo não é público nem centralizado: você escolhe a empresa que deseja que recolha seu lixo, e paga por esse serviço, que será realizado uma vez por semana, em um dia predeterminado. Enquanto isso, você acumula seu lixo em caçambas. No dia da coleta, deixa seu lixo na porta da sua casa, eles recolhem e deixam a caçamba vazia, para que você a coloque em seu lugar e volte a utiliza-la.
Encontra-se a preocupação pelo meio ambiente espalhada por todos os lugares: cada empresa dá satisfação pública do uso que faz do seu lixo, de como fabrica seus produtos, e oferece prêmios, bônus, descontos, se você ajudá-las na reciclagem de papel, produtos, etc.

Aliás, ao contrário do que se pensa quando vivemos na América do Sul, cada dólar pro americano é muito valorizado. Portanto, se ele próprio puder realizar um serviço que através de uma empresa terceirizada custará 50 dólares, como cuidar do próprio jardim, ele aprenderá a faze-lo e o fará ele mesmo.
E isso se aplica a tudo, desde o serviço de casa até a conservação do automóvel. Acredito que seja isso o que promove baixos custos daquilo que é produto (“compre e faça você mesmo”) em comparação com aquilo que é serviço.
E assim vamos entendendo o motivo de coisas como, por exemplo, a churrasqueira elétrica no jardim, ou a panela onde voce frita carne sem gordura e sem fumaça. Aliás, hoje tive uma experiência interessante nesse sentido. Fiz o meu primeiro hamburguer a moda brasileira: na frigideira de casa, com manteiga. A quantidade de fumaça que gerei e o cheiro que deixei na casa me fizeram pensar que realmente há um motivo pelo qual algumas facilidade domésticas são vendidas a preços tão baratos: se sujar, será você quem vai limpar. Então, porque não facilitar a própria vida?
Comprou algo, levou pra casa, usou, não gostou? Devolve. Ninguém te obriga a ficar com ele. Quer comprar um móvel e quer que entreguem e armem pra voce? Pague por isso. Se quiser levar voce mesmo e armar voce mesmo, otimo, o custo é zero. É sim uma política de “cada um por si”. Mas com isso as pessoas são mais autônomas e menos dependentes umas das outras. “Também são mais desapegadas”, pensarão muitos. Sim... mas também podemos pensar que aqueles que são apegados o são simplesmente porque assim o sentem e o desejam, sem nenhum outro motivo por tras. 
Não é comum por aqui encontrar pessoas que se dediquem ao cuidado da casa e dos filhos, nem pessoas aposentadas. Todos trabalham, ainda que seja meio período. Há trabalhadores em idades bem avançadas, não sei se por necessidade financeira ou se para se manterem úteis e ocupadas, já que os filhos geralmente vão pra faculdade aos 17 anos e daí não voltam pra casa dos pais - até porque lhes parece “estranho” que os filhos estejam na casa dos pais depois dos 20 anos de idade.
Os critérios para concessão de crédito aqui são totalmente diferentes dos que estamos acostumados: você não precisa provar que tem patrimonio que possa ser embargado caso não consiga pagar o empréstimo, e também não faz tanta diferença provar que seu salário é excelente. O que eles esperam é que você prove ser capaz de pagar suas contas em dia. Podem ser 10 dólares todo mês no cartão de crédito, mas tem que ser em dia. E esse controle é feito através do Numero de Seguro Social: uma vez que ele é atribuído a você, sua vida fica atrelada a ele, e existe um sistema centralizado que registra que tão responsável você é gastando seu dinheiro e pagando suas contas.

Aliás, o pagamento de contas é algo também muito interessante: se faz por correio. Você preenche seu cheque uma semana antes da conta vencer, coloca na sua caixa de correio, e quando o correio passar para te deixar correspondência, ele leva o que você tiver deixado lá para ele. Essa é a forma mais segura e barata. Transferências bancárias são muito caras e só são usadas para altos valores.

Aos poucos vou percebendo que os brasileiros estão muito mais americanizados do que pensam, e que os argentinos estão muito pouco: as comidas que encontro aqui são comidas comuns no Brasil e dificeis de serem encontradas na argentina, como o peito de peru,  queijo cottage, o mate gelado, coisas que eu sentia falta terrivelmente quando morava em Buenos Aires. A maneira das pessoas de se relacionarem também são muito parecidas: todos são extremamente simpáticos e solicitos, e todos deixam as portas escancaradas para você ligar, para se encontrar, para pedir ajuda. Mas geralmente a coisa não vai mais além, porque está cada um centralizado em sua própria vida. Portanto, isso não é algo que me choque. Sou grata pela simpatia inicial que me dispensam, porque quando mudamos de país, tudo o que necessitamos para nos sentirmos incluídos são alguns sorrisos e, se possível, muita gentileza. Isso eu recebo. Se irá além ou não, isso o tempo dirá. Não me causa ansiedade nem decepção que seja assim.

De resto, a única coisa que posso dizer, além dessas percepções iniciais, é que estou cansada, hiper ocupada, sem nenhuma idéia do que farei quando toda essa confusão de mudança tiver acabado, mas nem um pouco preocupada com isso. Já chegará a hora de pensar nesse assunto....

viernes, 20 de mayo de 2011

Morte

Existe algo nas mudanças está diretamente relacionado à morte: algo é deixado pra trás, tem um fim, em prol do início de outra coisa. Na morte, não sabemos exatamente se há um novo começo, mas certamente há um fim: de uma vida, de um relacionamento, de uma rotina.


E, por analogia, geralmente não gostamos de mudanças. Procuramos por ela, sempre e quando não envolva a perda de coisas preciosas pra gente. Mas sempre há. Não existe mudança sem perda, mesmo de algo que seja ruim. E esse ruim, se estivermos familiarizados com ele, também nos custará perder.


Uma situação de morte nos gera muitas dúvidas, e eu acredito que o mesmo acontece com as mudanças. Dissemos tudo o que tínhamos a dizer? Como te serviu toda aquela verdade que você decidiu guardar? Algumas pessoas acreditam que sentimento guardado gera vida, afinal, o sentimento é uma importante fonte de energia: então, se o mantivermos dentro da gente, de repente ele se torna vitalidade pra gente. Balela! Sentimento tem que ser dispersado. E é só exposto e dividido que gera outros sentimentos, em nós mesmos e nas outras pessoas, cresce, faz a gente crescer, expande. Pensamos sempre no novo e no que é bom como algo que tem que ser guardado em segredo para evitar a inveja alheia, porque ela pode terminar atrapalhando a concretização daquilo que desejamos. Mas eu suspeito que é falando em alto e bom som que tornamos o que queremos real, que lhe damos vida e fazemos com que chegue até a gente mais rápido.


Portanto, volto à pergunta sobre sentimentos: você falou sobre o que sentia? Se não falou, está te ajudando de alguma maneira manter o que sente só pra você? Ainda dá tempo de falar, ou o momento já passou? E se passou, o que você ganhou ao silenciar a voz do seu coração? Eu acredito que toda a atitude tem um motivo, sempre agimos em função de algum ganho próprio. Então, o que você ganhou com o silêncio que impôs às suas emoções?


A única perda para a morte que tive em minha vida foi a da minha avó. Sua morte foi inesperada pra mim. Quando aconteceu, fiz tudo que podia para salvá-la, na certeza de que conseguiria. Não consegui. Depois, por muitos anos, sonhei com ela. Sonhava que tinha mais 1 ou 2 minutos com ela, que eu pedia a ela esse tempo porque havia coisas que eu não queria ficar sem dizer. No sonho, nunca chegava a dizê-las, porque não tinha tempo suficiente. Tempo... Eu não tinha tempo! Assim como na vida real, em meus sonhos, ela também ia embora antes que eu pudesse dizer coisas que julgava terem ficado pendentes. E o que acontece é que quando a morte, seja física ou de uma situação, se apresenta diante da gente, nem sempre temos a opção de dizer tudo o que estivemos guardando por tanto tempo. E depois, temos que encontrar uma maneira de administrar sozinhos o arrependimento de ter silenciado sobre coisas que poderiam ter sido ditas. Ficamos com o sentimento de que deveríamos ter aberto nossos corações... terminamos em dívida com a gente mesmo. Nos perguntamos o tempo todo "porque eu não disse o que eu sentia?". Achamos que sempre teremos tempo para fazê-lo, porque achamos que podemos controlar tudo, mas o tempo é uma das coisas sobre a qual não temos muito controle. Administrar o tempo também é muito difícil.


Na minha recente mudança de país, tratei de ter tempo com todas as pessoas queridas para dizer a elas o que estava em meu coração: o bem que elas me fizeram, o que me ensinaram, meus medos... Não o fiz porque pensei que elas deixariam de estar em minha vida, mas porque não sabia quando voltaria a vê-las, e me parecia uma boa hora para dizer algumas coisas, ali, bem no calor da emoção, com o coração na boca. Palavras o vento leva, é verdade, mas as lembranças permanecem. E quando estamos diante de uma pessoa dizendo o que sentimos, as palavras podem se perder, serem transformadas, mas a imagem da situação vivida dificilmente será perdida.


Nisso eu acredito...


E sei que muitos passam pela vida sem dizer o que sentem, querem e necessitam. Sem dizer o quanto tal pessoa nos fez bem, o quanto adoramos a aquela outra pessoa, e o medo que temos de perder uma terceira. Fala-se muito por trás, e muito pouco pela frente, olhando nos olhos. As conversas estão sub-valorizadas e as fofocas estão sobre-valorizadas. Se inverteram os papéis e os valores.


E a minha pergunta a você que me lê é: existe algum sentimento guardado e secreto em seu coração que você continua insistindo em não dividir? Se for esse o caso, eu pergunto: o que você está fazendo? Pra que? Onde você quer chegar com esse silêncio? Por que não deixar a pessoa que gera esse sentimento saber que ele existe? Certamente desta forma estamos impedindo que o outro emita uma resposta ao que sentimos, o que nos faz pensar que estamos no controle. Mas... O que queremos controlar? A qualquer momento chega uma morte, uma mudança e bagunça todos os nossos planos. Portanto, outra vez: guardando silêncio pra que? Alguém certamente precisa de suas palavras, espera sua confissão. Pra que ser mesquinho? Cresça! Se entregue! Você vai ver que será se dividindo com os outros que você se tornará maior. Não tenha medo. Dê apenas o próximo passo e você vai ver que eu tenho razão.

Muerte

Hay un algo en los cambios que tiene relación directa con la muerte: se deja algo para tras, hay un fin, en pro de empezar otra cosa. En la muerte, no sabemos exactamente si hay un nuevo comienzo, pero sin duda, hay un fin: de una vida, de una relación, de una rutina.
Como por analogía, generalmente no nos gustan los cambios. Los buscamos, pero los queremos siempre y cuando no haya perdida de cosas preciosas para nosotros. Pero siempre las hay. No hay cambio sin perdidas, aunque sea de lo malo. Y ese malo, si nos es familiar, también nos costará perderlo.
Una situación de muerte nos hace plantear muchas preguntas, que creo ser pertinentes también para los cambios. ¿Dijiste todo lo que tenias que decir? ¿Qué hiciste y como te sirvió toda aquella verdad que decidiste guardar? Hay gente que cree que sentimiento guardado genera vida, al final, el sentimiento es una fuente importante de energía: si lo mantenemos adentro, por ahí, se convierte en vitalidad para uno mismo. ¡Mentira! Sentimiento se tiene que dispersar. Es solo expuesto y compartido que genera otros sentimientos, en uno y en los demás, y así crece, nos hace crecer, expande. Se piensa siempre en lo nuevo y en lo bueno como algo que tiene que ser guardado, para evitar que la envidia ajena nos quite lo que esperamos. Pero yo sospecho que es hablándolo en alto y buen sonido, que hacemos que él se convierta en real, gane vida, nos llegue a nosotros.
Por lo tanto, vuelvo a la pregunta acerca de los sentimientos: ¿hablaste de lo que sentías? Si no lo hablaste, ¿te sirvió de algo guardar tu sentimiento solo para vos? ¿Todavía te queda tiempo para decirlo, o el momento ya paso? Y si pasó, ¿qué ganaste al silenciar la voz de tu corazón? Quiero creer que toda actitud tiene un motivo, es puesta en curso porque nos genera una ganancia. ¿Qué ganaste con el silencio que impusiste a tus emociones?
La única perdida para la muerte que vivi en mi vida fue la de mi abuela. Su muerte fue inesperada: no la vi viniendo. Cuando se dio, hice todo lo que podía para salvarla, segura de que lo lograría. No lo logre. Y después, por muchos años, soñé con ella. Soñaba que tenia mas 1 o 2 minutos con ella, que yo le pedía ese tiempo, y le decía que habían cosas que no quería quedarme sin decirle. En el sueño, nunca llegaba a decirlas, porque no me alcanzaba el tiempo. El tiempo... ¡No me alcanzaba el tiempo! Así como en la vida misma, en mis sueños, ella también se iba sin que yo pudiera decirle algunas cosas que sentía. Y lo que pasa es que una vez que la muerte, sea física o de una situación, se nos presenta, no siempre está la opción de decir todo lo que anduvimos guardando. Y cuando es así, nos la tenemos que arreglar solos con el arrepentimiento de aquello que podríamos haber dicho, con el sentimiento que deberíamos haber compartido... terminamos en deuda con uno mismo. Nos preguntamos todo el tiempo ¿por qué no le hice saber lo que yo sentía? Uno piensa que siempre tendrá tiempo para hacerlo, porque pensamos que lo manejamos todo, pero el tiempo es algo que solo muy de paso podemos administrarlo. Manejarlo, muy difícil.
En mi reciente mudanza de país, trate de tener mi momento con todas las personas más queridas, y de decirles con sinceridad todo lo que me iba en el corazón: el bien que me hicieron, aquello que me enseñaron, mis miedos... No porque creía que ellas se iban a ir de mi vida, pero porque no sabía cuando las volvería a ver, así que me pareció un buen momento para decirles algunas cosas, allí, en el calor de la emoción, con el corazón en la boca. Palabras el viento lleva, es verdad, pero los recuerdos quedan. Y cuando nos paramos ante una persona y les decimos aquello que sentimos, las palabras se pueden perder, ser transformadas, pero el imagen de la situación vivida dificilmente se pierde. 
En eso creo yo...
Y se que muchos pasamos por la vida sin decir lo que queremos, sentimos, necesitamos. Sin decir que tan bien nos hizo tal persona, cuanto queremos a tal otra, el miedo que nos genera una tercera. Se habla mucho por detras, pero nunca por adelante, mirando a los ojos. La charla esta subvalorada y el chimento esta sobrevalorado: se invirtieron los papeles y los valores.
Y mi pregunta para vos que me lees es: ¿hay algun sentimiento perdido, guardado y secreto en tu corazón, que te resistis en compartir? Si lo hay, te pregunto: ¿qué haces? ¿Para que eso? ¿Adonde llegarás con ese silencio? ¿Por qué no dejar que la persona que te lo genera lo sepa, conozca de ello? Seguramente de esta forma estamos impidiendo al otro de actuar en consecuencia, de forma que nos creemos en control. Pero... ¿qué queremos controlar? Pronto llega una muerte, una mudanza, y cambia las cosas, hace lío en tus planes. Por lo tanto, otra vez, ¿guardando silencio, para que? Alguien seguramente necesita tus palabras, tu confesión. ¿Por qué ser mezquino? ¡Crece! ¡Entregate! Vas a ver que será dividiéndote con los demás que te tornas más grande. No tengas miedo. Da solo el próximo paso y ya verás que tengo razón.

viernes, 6 de mayo de 2011

Da felicidade também se tem medo

Apesar de ter trabalhado duro para conquistar o coração daquele amigo maravilhoso, ela ficou sem saber o que fazer quando ele finalmente se declarou. Embora ele tenha lutado muito para ser promovido no trabalho e ganhar mais responsabilidade, perdeu a hora e chegou atrasado para a sua primeira reunião com o seu novo diretor, depois de tomar posse do seu novo cargo.


Vemos estas e outras histórias em nossa vida diária, na vida de parentes, amigos íntimos, seres queridos. Todo mundo tem um sonho, todos nós queremos algo que (acreditamos) nos faria mais felizes se pudéssemos conseguir. Todos esperamos por uma realização, apenas uma, só aquela, para começarmos a ser felizes. E, às vezes, o inesperado bate a nossa porta: tiramos a sorte grande, o bilhete premiado, recebemos o nosso grande prêmio. E se não tivermos cuidado, seremos os primeiros a boicotar e ameaçar nossa grande conquista.


Porque, de alguma forma, fomos educados para acreditar que a felicidade não é algo pra gente: a buscamos durante toda nossa vida, e é isso que nos dá significado. "Tente ser feliz", é o que ouvimos na maioria das vezes. Mas raramente ouvimos "seja feliz", porque seria no "tentar" que estaria a grande fórmula. Se pudermos realizar nossos sonhos, se alcançarmos a felicidade, o que faremos depois?


De acordo com a maioria das religiões, a felicidade é algo que se alcança somente naquele momento que antecede a morte, ou depois dela, e geralmente é determinada pela quantidade de sofrimento que tivemos de suportar enquanto vivos: quanto mais tivermos sofrido, mais seremos felizes. A vida não seria um lugar de conquistas, mas de pagamento de dívidas, de sofrimento e de busca, para a conquista posterior da tão sonhada felicidade.


Seguindo essa linha de raciocínio, a felicidade seria, então, sinônimo de morte, o fim da vida, a perda de sentido da vida. E se isso é verdade, então fica mais fácil entender porque sempre nos auto-boicotamos quando estamos muito felizes, ou quando estamos por conquistar o que sempre quisemos e nunca pensamos ser possível. Aceitar a felicidade seria aceitar o fim da vida, o fim do seu significado, o fim da busca, o fim, e a verdade é que ninguém quer morrer, ninguém aspira a uma vida sem sentido. Então, acho que tudo que queremos é ter algo com que sonhar, ter um objetivo para buscar, para continuar superando os maus momentos com a esperança de algo melhor.


A felicidade por si só é meta, o que é bom, mas acho que no fundo, a preferimos inalcançável, para que a vida e seu sentido não se percam nem se terminem. Então, quando nossa fada madrinha nos toca com sua varinha de condão nos desesperamos, ficamos deprimidos, e estragamos tudo. Com o "não ter" estamos acostumados. Com a busca da felicidade, também. Com o "ser feliz", não! Não temos idéia de como desfrutar da felicidade. E entra em jogo também aquele medo inconsciente de decepcionar aqueles que amamos. Em algum momento, essa busca pela felicidade nos uniu a eles, nos manteve juntos no caminho da vida. Mudar de condição, começar a ser feliz muitas vezes significa começar a trilhar um novo caminho sozinhos, sem os companheiros de sempre, porque eles ainda não conseguiram alcançar suas felicidades e ainda estão presos - por que não dizer? - naquela busca, ainda estão presos na infelicidade.


O sorriso fácil atrai, mas também provoca a rejeição. Como o outro pode passar o dia feliz, sorrindo, se a gente tem que ralar tanto para conseguir dormir todas as noites? Ninguém quer ser alvo de inveja. Então, novamente, rejeitamos o bilhete premiado e preferimos continuar em nossas vidas infelizes, sem nunca abandonar aquela constante busca pela felicidade que, no fundo, não queremos alcançar. É mais fácil ser mais um na multidão.


Mas a verdade é que não precisa ser assim. De repente, se dar ao luxo de ser feliz é algo que tem que ser aprendido, mas como seres humanos em constante evolução, apenas não podemos aprender aquilo que requer predisposições biológicas. Por exemplo, não podemos aprender a voar, porque não temos asas. Mas sim podemos mudar de posição em nosso mundo subjetivo e nos permitirmos ser felizes, da mesma maneira que nos permitimos sofrer intensamente sempre que algo sai errado. Podemos aprender a sorrir sem culpa, a espalhar a nossa alegria sem medo, podemos aprender a renunciar a companhia daqueles que não querem a nossa felicidade só porque eles próprios não conseguem ser felizes em suas próprias vidas. Em inglês, há uma frase que diz "misery likes company", o que significa que a miséria adora companhia, mas não precisamos cumprir esse mandato ad eternum. Se tivemos a sorte de realizar algum sonho, melhor nos divertimos, desfrutarmos, na esperança de que nossos amigos possam ficar felizes ao ver-nos felizes. E se isso não for possível, não há porque nos sentirmos culpados. Sempre que possível, devemos perdoá-los por não poder nos acompanhar em nosso momento de realização pessoal e, talvez, tomar alguma distância.


Que a infelicidade alheia não opaque a nossa felicidade. Vamos nos libertar da cultura cristã, que diz que todo mundo tem que carregar sua cruz. Talvez não tenhamos que carregar uma cruz para sempre, talvez possamos dar outro sentido para a nossa cruz. De repente, a felicidade existe sim, e a vida eterna é aqui: eterna enquanto dure e felizes até pôr do sol de nossas vidas. Por que não?

De la felicidad también se tiene miedo

Si bien ella trabajó duramente para conquistar el amor de aquel amigo maravilloso, no supo que hacer cuando él finalmente se declaró. Si bien él lucho arduamente para ser ascendido en el trabajo y ganar más responsabilidad, perdió la hora y llegó tarde justo en su primera reunión con su director después de asumir el nuevo puesto.
Vemos estas y otras historias a diario en nuestras vidas, en las vidas de parientes, amigos cercanos, seres queridos. Todos tenemos un sueño inalcanzable, todos deseamos algo que, creemos, nos haría más felices si lográramos. Todos estamos pendientes de una realización, solo una, solo aquella, para empezar a ser feliz. Y, algunas veces, lo inesperado nos toca: somos galardonados con el billete de la lotería, sacamos el gran premio. Y, si no nos cuidamos, somos los primeros a boicotearnos y a poner en riesgo la perdida de aquella gran conquista.
Porque, de alguna manera, fuimos educados para creer que la felicidad no es algo para uno: la buscamos toda la vida, y eso es lo que nos da sentido. “Trata de ser feliz” es lo que escuchamos casi siempre. Rara vez nos dicen “sé feliz”, porque sería en el tratar que estaría la gran fórmula. Si logramos realizar nuestros sueños, si alcanzamos la felicidad, ¿entonces qué?
Según la mayoría de las religiones, la felicidad es algo que se alcanza justo antes de la muerte, o en la vida después de la muerte, y generalmente está determinada por el monto de sufrimiento que tuvimos que soportar mientras vivíamos: cuanto más sufrimos, más seremos felices luego. La vida no sería un lugar de realizaciones, sino de pago de deudas, de sufrimiento, y de búsqueda, para la conquista posterior de la tan soñada felicidad. 
Si miramos así, la felicidad sería entonces sinónimo de muerte, de fin de vida, de perdida del sentido del vivir. Y si eso es cierto, se entiende porque nos autoboicoteamos siempre que estamos demasiado felices, siempre que estamos por conquistar lo que siempre quisimos y nunca pensamos ser posible. Aceptar la felicidad sería aceptar el fin de la vida, de su sentido, de la búsqueda y, en el fondo, nadie desea morirse o aspira a una vida sin sentido. Así es que pienso que lo único que queremos es tener algo con que soñar, una meta a buscar, para continuar atravesando los malos momentos con la esperanza de algo mejor.
La felicidad por si sola es meta, lo que está bueno, pero creo que en el fondo, la deseamos inalcanzables, para que la vida y su sentido no se termine. Por eso, cuando nos toca la hada madrina con su varita mágica, nos desesperamos, nos deprimimos, lo echamos a perder. Con el “no tener” estamos acostumbrados. Con la búsqueda de la felicidad, también. Con el ser feliz, no! No tenemos ni idea como hacerlo. Y terminamos con miedo a desilusionar a aquellas personas que amamos. En algún punto es esa búsqueda por la felicidad que nos une, que nos mantiene juntos en el camino de la vida. Mudar de condición, empezar a ser feliz, significa muchas veces empezar a trillar un nuevo camino solos, sin los compañeros de siempre, porque ellos no alcanzaron sus felicidades, siguen atrapados en la búsqueda y, ¿por qué no decirlo?, siguen atrapados en la infelicidad.
La sonrisa gratis atrae, pero también causa rechazo. ¿Cómo el otro se la pasa feliz, sonriendo, si uno la tiene que remar tanto para lograr dormir todas las noches? Nadie quiere ser blanco de envidia. Luego, otra vez, lo más fácil es rechazar el billete premiado y seguir en la vida infeliz, pero con sentido, en la constante búsqueda por una felicidad que en el fondo, no deseamos alcanzar. Es más fácil ser uno más en la multitud.
Pero la verdad es que no hace falta que sea así. A lo mejor el permitirse ser feliz es algo que tiene que ser aprendido, pero como seres humanos en constante evolución, solo no podemos aprender aquello que necesitan predisposiciones biológicas para ello. Por ejemplo, no podemos aprender a volar porque no tenemos alas. Pero si podemos cambiar de posición en nuestro mundo subjetivo y permitirnos ser feliz, de la misma manera que nos permitimos sufrir intensamente siempre que la mala suerte nos toca. Podemos aprender a sonreír sin culpa, a divulgar nuestra alegría sin miedo, podemos aprender a renunciar a la compañía de aquellos que no desean nuestra felicidad solo porque no son capaces ellos mismos de ser felices en sus propias vidas. En ingles hay una frase que dice “misery likes company”, lo que significa que la infelicidad ama tener compañía, pero no hace falta cumplir con ese mandato ad eternum. Si a nosotros nos tocó la buena suerte, disfrutémosla, con la esperanza de que nuestros amigos puedan ser felices por vernos felices. Y si ellos no lo logran, no nos culpemos por ello. En lo posible, hay que perdonarlos por no poder acompañarnos en la realización ni renunciar a la compañía en la infelicidad, y -quizás- tomar alguna distancia. 
Que la infelicidad ajena no opaque nuestra felicidad. Que no nos quedemos atrapados en la cultura cristiana que dice que cada uno tiene que cargar su cruz. A lo mejor no tenemos que cargar una cruz por siempre, a lo mejor podemos darle otro fin a nuestra cruz. Por ahí la felicidad si existe, y la vida eterna es acá: eterna mientras dure, y feliz hasta el anochecer de nuestras vidas. ¿Por qué no?

martes, 3 de mayo de 2011

A importância de dizer adeus

Leio frequentemente o site "www.ThirdAge.com". E hoje li um artigo chamado "como planejar o resto de sua vida". Por mais mórbido que possa parecer, na verdade, enquanto estamos vivos, não percebemos detalhes que deveriam estar na nossa lista de prioridades, e que são muito difíceis de administrar quando ficamos doentes ou morremos.

E se bem eu não estou planejando neste momento o resto da minha vida, estou em um processo de encerramento de etapas que me fez pensar na importância de terminar bem as coisas antes de partir. Porque, nos prepararmos para o resto de nossas vidas, ou para nossa morte, não deixa de ser nos ocuparmos de dar um bom fechamento às nossas vidas. Um dos itens que a revista eletrônica disse ser importante é a elaboração de memórias, o inclui cartas e vídeos que queiramos deixar para as pessoas importantes pra gente, dizendo agora o que sentimos e que, por uma razão ou por outra, poderemos não ter a oportunidade de dizer quando seja chegada nossa hora.

Agora eu estou passando por um processo de morte: estou mudando de país. Uma etapa chega ao fim e outra está por começar. E independentemente de eu acreditar se há vida após a morte ou não, o fim da vida nada mais é do que um término de uma etapa. E nos encarregarmos disso ainda em vida é um gesto de amor por nossos seres queridos.

Felizmente, este processo de morte que eu estou atravessando está me permitindo o tempo necessário para dizer às pessoas que não me acompanharão fisicamente nesta nova etapa, mas que me acompanharam por algum tempo em minha vida, o quanto foi importante para mim tê-las por perto, e porque. Estou tendo tempo de agradecer-lhes por tudo que elas foram e fizeram por mim. Tenho tempo para fechar contas, esclarecer pontos. E ao fazer isso desejo não somente tornar-me eterna em suas lembranças como dizer à elas que, de alguma forma, elas também estarão imortalizadas na minha.

Não necessariamente as relações que estou deixando pra trás terminarão. Na verdade, tenho certeza que muitas delas serão fortalecidas. Mas elas também entrarão numa nova fase: não continuarão as mesmas. Poderão ser melhores, piores, mas mudarão, porque a vida vai mudar, os cenários vão mudar, o tempo que compartilharemos será outro, e nossas prioridades também. Então, por que não fazer um fechamento? Não do relacionamento, mas da fase vivida até aqui, para que outra fase possa começar. Por que não dizer: "tudo que vivemos até aqui foi ótimo e eu estou pronta para que entremos em uma nova etapa nas nossas relações"?

Uma partida nunca é sem dor, seja de um emprego, de um apartamento, da casa dos pais, de um país, da infância, da juventude... ainda que estejamos abandonando algo que não queremos mais, o familiar sempre deixa saudades. Mas a própria vida é uma constante mudança. Não mudar significa desejar a morte, porque só ela é eterna, só ela é a ausência de mudanças. Cada nova etapa é, ao mesmo tempo, morte e renascimento. Portanto, se a mudança é inevitável, melhor não fugir: encerremos etapas atravessando as transições e transformações, e desejando o melhor para o que está por vir, lembrando sempre que a maneira como terminarão as coisas depende essencialmente da gente. Ninguém constrói um bom relacionamento ou o arruina sozinho: o trabalho é sempre a dois. Mas se ambos estão comprometidos e têm o objetivo maior de fazer funcionar, sempre se encontrará uma maneira, seja aqui, lá, ou em qualquer lugar.

lunes, 2 de mayo de 2011

La importancia de decir adiós

Leo con frecuencia la pagina “www.thirdage.com” y hoy me toco leer un articulo llamado “como planear el resto de tu vida”. Por mas morbido que pueda parecer, en verdad, mientras estamos vivos se nos escapan detalles que por ahí deberían estar en nuestra lista de prioridades, y que se vuelven sumamente complicados manejar cuando nos enfermamos o nos morimos.
Y si bien no estoy planificando en ese momento el resto de mi vida, estoy en un proceso de cierre de etapa que me hizo pensar en la importancia de cerrar bien las cosas antes de partir. Porque si, prepararse para el resto de tu vida, o para tu muerte, no deja de ser ocuparse de darle un buen cierre a tu vida. Uno de los ítems que la revista electrónica dice ser importante ocuparse es de los memoriales, lo que incluye dejar cartas o videos a las personas que importan, diciendo ahora todo lo que queremos decir y que, por una razón o por otra, podemos no tener la oportunidad cuando sea llegada nuestra hora.
Ahora estoy atravesando un proceso de muerte: me mudo de país. Una etapa llega al fin y empieza otra, que espero con ansiedad. Y, más allá de si creo que hay vida después de la muerte o no, el fin de la vida nada más es que un cierre de etapa. Y ocuparse de eso es un gesto de amor hacia nuestros entes queridos.
Por suerte, este proceso de muerte que estoy atravesando me está permitiendo el tiempo necesario para decir a las personas que no me acompañarán físicamente en esa mudanza, pero que me acompañaron por un rato en mi vida, lo importante que fue tenerlas cerca, y porque. Estoy teniendo el tiempo de agradecerles por todo lo que fueron y hicieron por mi. Tengo el tiempo de cerrar cuentas, aclarar puntos. Y con eso busco no solamente eternizarme en sus memorias como decirles que, de alguna manera, estarán inmortalizadas en las mía.
No necesariamente las relaciones que dejo atrás se terminarán. De hecho, estoy segura que muchas de ellas se fortalecerán. Pero ellas también ingresarán en una nueva etapa: no serán de la misma manera ni serán las mismas. Podrán ser mejores, peores, pero no serán iguales, porque la vida cambiará, los escenarios cambiarán, los tiempos que compartiremos serán otros y nuestras prioridades también. Entonces, por que no darle un cierre? No a la relación, pero a la etapa vivida hasta acá, para que otra etapa pueda empezar. ¿Por que no decirles: “lo vivido hasta acá fue genial y yo estoy lista para que ingresemos en un nuevo momento en nuestras relaciones”?
Una partida nunca es sin dolor, ya sea de un trabajo, de un departamento, de la casa de los padres, de un país, de la infancia, de la juventud... aún de aquello que queremos dejar, lo familiar siempre se hace extrañar. La vida en si misma es un constante cambio. Querer frenarlos significa desear la muerte, porque solo la muerte es eterna, solo en ella hay la ausencia de cambios. Cada nueva etapa en la vida es una muerte y un renacer. Entonces, si cambiar es inevitable, hagamoslo sin escaparnos, cerrando etapas, atravesando las transiciones y transformaciones, y deseando lo mejor para lo que sigue, sin nunca olvidarnos que cuán bien o mal terminará todo depende siempre fundamentalmente de uno mismo. Uno solo no hace una linda relación ni la arruina: el trabajo es de a dos. Pero si los dos están comprometidos y tienen el objetivo mayor de hacer que todo siga, siempre se encontrará la forma, acá, allá, en cualquier lugar.