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sábado, 28 de mayo de 2011

Diario de viaje - Primeras impresiones de mi nuevo hogar

Esta es mi primera semana en mi nuevo hogar en los Estados Unidos, un país que yo conocía de visitas y vacaciones, y por aquello que se mostraba en las películas. Me mudé a una ciudad pequeña, en comparación con Río de Janeiro y Buenos Aires, que está a 45 km del centro de Atlanta, que se llama Cumming. Ando dedicada exclusivamente a las labores de la decoración de la casa, y hemos hecho bastante para tan poco tiempo: nuestra casa ya tiene cara de casa.


Con esto de salir a hacer trámites, a sacar documentos y a comprar muebles, voy conociendo un poco de la cultura y forma de vida acá.


Las diez de la noche la mayoría de los restaurantes ya están cerrados: la vida acá es diurna. La gente se despierta muy temprano para trabajar y se va a dormir temprano también. Las horas pico van desde las 7 a las 8:30 de la mañana y desde las 3:00 a las 5:30 de la tarde: este es el momento que las personas se están moviendo hacia sus trabajos y hacia sus hogares, respectivamente. Todo se hace en auto, porque algunas cosas están a una distancia que no se puede recorrer caminando. Los shopping centers como los conocemos en Brasil y Argentina no son tan comunes acá: los negócios están ubicados en lugares tan grandes como los centros comerciales, pero sus puertas se abren hacia el estacionamiento, que queda descubierto. Por lo tanto, no se camina dentro de un centro comercial: la gente conduce sus autos hasta los lugares que desean ir, y lo estacionan ahí adelante. Pocos lugares funcionan las 24 horas. Restaurante para comer después de las 11 sólo los de estilo cafetería, con comida de tipo chatarra, más humilde.


Las casas no tienen rejas y la gente confía en que la policía existe para protegerlas, gran diferencia que encuentro en comparación con mi país de origen. Todas las viviendas tienen alarma, y ​​una manera que la gente se utiliza para sentirse más segura es mostrar que están en casa cuando lo estén dejando, por ejemplo, el auto afuera del garaje, o el garage con sus puertas abiertas y el auto a la vista, para que si alguien piense en invadir, lo piense dos veces. Por otra parte, el porte de armas está permitido. Entonces, el que quiera invadir lo pensará dos veces si el residente está presente.


Es un hábito común por aquí no cerrar las puertas. Por eso vemos tantas historias en los noticieros de personas que salen del baño y se encuentran con un violador esperándoles en el cuarto.


Otra gran diferencia que encuentro es en la prestación de servicios tales como electricidad, gas y água. La provisión de eses servicios se hace por empresas privadas, y los consumidores pueden elegir entre las varias compañías con licencia para hacerlo. Por lo tanto, la competencia es mayor, los precios son mejores, y la calidad del servicio también.


El documento básico de identidad aquí es el número de Seguro Social. Sin ello, uno no trabaja, no tiene crédito y difícilmente será aceptado por cualquier prestador de servicios. Pero hay una opción para esto: te hacen dejar un depósito, que será retenido por ellos por un período que puede variar de 6 meses a 1 año, y al final de ese período, el valor te será devuelto con juros y corrección.


También el servicio de recolección de basura no es pública ni centralizada: uno elige la empresa que quiere que haga ese trabajo, y paga por este servicio, que se llevará a cabo una vez por semana en un día determinado. Mientras tanto, uno acumula su basura en contenedores provistos por la empresa. En el día de la recolección, uno deja el contenedor lleno en su puerta, la empresa viene, lo vacía y lo vuelve a dejar en la puerta, para que uno lo siga usando.


Se nota la preocupación por el medio ambiente en todas partes: cada empresa hace pública la información respeto a lo que hace con su basura, como fabrica sus productos, y estimula al consumidor, con recompensas, bonificaciones y descuentos, que les ayude a reciclar papel, productos, etc.


De hecho, contrariamente a la creencia que tenemos cuando vivimos en América del Sur, cada dólar es muy valorado por los estadounidenses. Así, si uno puede realizar un servicio que a través de un tercero le saldrá $50, cómo cuidar de su propio jardín, aprenderá a hacerlo y lo hará él mismo.


Y esto se aplica a todo, desde el servicio de la casa al mantenimiento del auto. Creo que eso es lo que promueve el bajo costo de lo que es producto ("comprálo y hacélo vos mismo") en comparación con el costo de lo que es  servicio.


Y así vamos entendiendo cosas como, por ejemplo, la parrilla eléctrica en el jardín o la cacerola que hace fritos sin grasa y sin humo. No es lujo, es necesidad. De hecho, hoy tuve una experiencia "divertida" en ese sentido. Hice mi primera hamburguesa acá, pero a moda brasileña: en la sartén y con mantequilla. La cantidad de humo y el olor que genere en la casa me hizo pensar que realmente hay una razón por la cual se venden algunos utensillos  tan baratos: si se ensucia, es uno quien lo va a limpiar. Entonces, ¿por qué no facilitar la propia vida?


Te compraste algo, te lo llevas a casa, lo utilizaste, ¿no te gusto? ¡Devolvelo! Nadie te obliga a que te quedes con él. ¿Te queres comprar un mueble y quieres que te lo lleven y te lo armen? Pagarás por ello. Si te lo llevas y te lo armas vos mismo, genial, el costo es cero. Si, es la política del "cada uno por sí y dios por todos". Pero las personas son más autónomas y menos dependientes las unas de las otras. "También son más desgarrados", dirán algunos. Sí... pero, por otro lado, los que estén unidos lo estarán única y exclusivamente porque así lo desean, sin ningún otro motivo por detrás.


Es raro encontrar gente por acá que se dedique exclusivamente al cuidado de la casa y de los niños, o jubilados. Todos trabajan, aunque sea tiempo parcial. Hay muchos trabajadores de edad avanzada, no sé si por necesidad económica o para mantenerse ocupado y útil, ya que los niños generalmente se van a la universidad a los 17 años y ya no vuelven a la casa de los padres - incluso porque les parece "raro" que los hijos sigan viviendo con sus padres después de los 20 años de edad.


Los criterios para la concesión de crédito aquí son totalmente diferentes de lo que conocemos: no es necesario demostrar que tenes patrimonio que puedan embargar caso no puedas pagar el préstamo, y tampoco importa mucho que tengas un sueldo excelente. Lo que esperan de uno es que seamos capaces de pagar nuestras cuentas en día. Puede ser que gastemos $10 por mes en la tarjeta de crédito, pero lo tenemos que pagar en día. Y este control se realiza mediante el Número de Seguro Social: una vez que te asignan uno, tu vida está atada a él, a través de un sistema centralizado que registra la responsabilidad de uno con el manejo de sus gastos y el pago de sus facturas.


De hecho, el pago de las facturas también es algo muy interesante: se hace por correo. Uno completa un cheque una semana antes del vencimiento de la cuenta, lo pone en el buzón de correo, y cuando el cartero viene a dejar el correo, lleva lo que este ahí para él. Este es el medio más seguro y barato. Las transferencias son muy caras y sólo se utilizan para valores altos.


Poco a poco me di cuenta de que los brasileños somos más "americanizados" de lo que pensamos, y que los argentinos lo son muy poco: la comida que encuentro acá son comunes en Brasil y difíciles de encontrar en Argentina, como la pechuga de pavo ahumada, el queso cottage, el te frío, cosas que yo extrañaba terriblemente cuando vivía en Buenos Aires. La manera de la gente de relacionarse también es muy similar: todos son muy amigables y serviciales, y te dejan la puerta abierta para que te puedas comunicar, conocer, pedir ayuda. Pero, por lo general, no va más allá: cada uno está centrado en su propia vida. Así que esto no es algo que me choque. Estoy agradecida por la simpatía inicial que me dedican a mí, porque cuando cambiamos de país, todo lo que necesitamos para sentirnos incluidos son algunas sonrisas y, si posible, mucha amabilidad. Y eso yo recibo. Si irá más allá de eso o no, el tiempo lo dirá. No me causa ansiedad o decepción que sea así.


Por otra parte, lo único que puedo decir, más allá de estas percepciones iniciales, es que estoy cansada, hiper ocupada, sin tener idea de que haré cuando todo este lío se termine, pero no estoy ni un poco preocupada con eso. Ya habrá tiempo para pensar en ello....

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