NOVO ENDEREÇO WEB: // NUEVA DIRECCIÓN WEB:

Nosso site mudou de endereço. Clique AQUI para visitar-nos! // Nuestro sitio cambió de dirección web. ¡Haga clic ACÁ para visitarnos!

jueves, 28 de octubre de 2010

Terapia para quem?

Ha alguns dias, um tema anda rondando minha cabeça: todo mundo realmente precisa de terapia? Não, desculpe, a pergunta está mal formulada: todo mundo realmente pode obter benefícios da terapia? Creio que tenho pensado nisso desde que comecei a ver a série de TV In Treatment, onde acompanhamos pessoas em terapia e o resultado dos seus tratamentos. Ver esse processo desde fora tem me dado outra perspectiva, que supera a da estudante de Psicologia e a da paciente.

Sou adepta da análise há 13 anos. Ao longo deste período mudei de analista, em alguns momentos deixei de ir, em outros fui religiosamente, mas sempre gostei muito. Hoje, se você falar comigo em deixar de ir, te direi que não. Para mim serviu muito e a cada dia serve mais. Realmente creio que por causa dela sou uma pessoa melhor e entendo melhor aos outros, graças a esse conhecimento que adquiri de mim mesma em meu próprio processo analítico.

O trabalho do analista consiste, basicamente, em escutar o nosso discurso, escutar as contradições, e significar algumas coisas. Digamos que é uma construção conjunta de significados. Me pergunto se a superação de problemas que vemos com a analise não se daria em um prazo mais longo em nossas vidas, como resultado da própria experiência, como resultado do nosso viver. Porque vejo pessoas que nunca se sentaram em um consultório analítico superando problemas importantíssimos só com aquilo que vivem no dia a dia. Demoram mais? Sem sombra de duvida. Se machucam mais? Provavelmente. Acho que fazem um caminho muito mais longo. Fazem os outros sofrerem por ignorância? Acho que sim, mas… quem nunca fez isso? Com ou sem terapia, quantas vezes não somos egoístas e mesquinhos? Quantas vezes pensamos só em nós mesmos, ou pensamos nos outros por beneficio próprio (ah, o beneficio de se sentir melhor do que os outros, de se sentir puro e altruísta!)? Às vezes usamos o conhecimento que conseguimos com a terapia para manipular os outros, porque nos conhecemos, e os seres humanos terminam funcionando todos mais ou menos da mesma maneira. Ou não? E, às vezes, sem analise, encontramos manipuladores de primeira que jogam com os sentimentos alheios melhor do que qualquer profissional das ciências humanas.

Então, volto a minha pergunta original: a quem serve a análise? Isso de construir conjuntamente significados, a quem ajuda? É realmente tão fundamental e importante identificar e esclarecer as contradições? Conheço muita gente que vê suas próprias contradições, mas como elas tem sentido para a pessoa, elas pouco se importam em ser contraditórias. Dizem “sou assim, me ame ou me deixe”, e pronto.

Enquanto isso, outros (como eu) crêem na auto-superação, continuam (e nunca deixarão de fazê-lo) trabalhando duro na terapia para se entender, superar os próprios problemas, respeitar os direitos próprios e alheios, entender as outras pessoas e explicá-las para elas mesmas…

Enquanto uns querem ser melhores custe o que custar, e buscam ajuda especializada para isso, outros melhoram só com as vivencias da vida, e outros nem se importam em ser ou não melhores: estão muito bem e contentes com o que são.

Afinal, para quem serve terapia?

Terapia ¿para quién?

¿Hace días me viene dando vueltas en la cabeza: todo el mundo realmente necesita terapia? No, perdón, la pregunta está mal formulada: ¿todo el mundo realmente puede beneficiarse de la terapia? Creo que lo vengo pensando desde que empecé a mirar la serie televisiva In Treatment, en donde se ve personas en terapia y el resultado de sus tratamientos. Mirar este proceso desde afuera me está dando otra perspectiva, que supera la de la estudiante de Psicología y la de la paciente.

Soy adepta del análisis desde hace 13 años. En este periodo cambie de analista, en algunos momentos deje de ir, en otros fui religiosamente, y hoy, si a mí me hablas de dejarlo, te digo que no. A mí me sirvió mucho y a cada día sirve más. Creo realmente que hoy soy una persona mejor y entiendo mejor a los demás gracias a ese conocimiento personal que adquirí yo en mi experiencia como paciente del análisis.

El trabajo del analista consiste, básicamente, en escuchar al discurso de uno, escuchar las contradicciones, y significar algunas cosas. Digamos que es una construcción conjunta de significados. Me pregunto si la superación de los problemas que se logra con el análisis no se daría en la vida misma en un plazo más largo de tiempo. Porque veo gente que nunca se sentó en un consultorio analítico superando problemas importantísimos solo con lo que vive en la vida misma. ¿Tarda más? Quizás. ¿Se lastima más? Probablemente. ¿Hace a otros sufrir por ignorancia? Me parece que sí, pero… ¿quien nunca lo hizo? ¿Con o sin análisis, cuantas veces somos egoístas y mezquinos? Cuantas veces pensamos solo en uno mismo, o pensamos en los demás por beneficio propio (ah, ¡el beneficio de sentirse puro y altruista!)? A veces uno usa el conocimiento que obtiene en el análisis para manipular los demás con aquello que conoció de sí mismo. ¿O no? Y a veces, sin análisis, hay manipuladores de primera que juegan con los sentimientos ajenos mejor que cualquier profesional de las ciencias humanas.

Entonces, vuelvo a mi pregunta original: ¿a quién sirve el análisis? ¿Esa cosa de construcción conjunta de significados sirve a quien? ¿Es realmente tan fundamental e importante identificar y aclarar las contradicciones? Conozco mucha gente que ve sus propias contradicciones, pero ellas tienen sentido para la persona y a esa persona le importa poco o nada ser contradictoria. Dice “soy así, tomame o dejame”, y ya fue.

Mientras tanto, otros como yo, que creen en el auto superación, siguen (y nunca dejaran de hacerlo) trabajando duro en el análisis para entenderse, superar los propios mambos, darse derechos, respetar los derechos de los demás, entenderlos para por ahí explicarlos a ellos mismos como funcionan…
Mientras unos quieren si o si ser mejor y buscan ayuda especializada para eso, otros se mejoran apenas con las vivencias de la vida, y otros ni se importan con ser o no mejores: están re conformes y re contentos con lo que son.

Al final, ¿a quién sirve la terapia?

domingo, 17 de octubre de 2010

La Mejor Madre del Mundo - De Martha Medeiros

Vos lo sos. Tu vecina también. Rosario, Florencia, Agustina. Yo, por supuesto. Somos las mejores madres del mundo. En verdad, esa es la única categoría en que no hay segundo lugar, todas las madres son campeonas, somos billones de “las mejores” distribuidas por el planeta. Al menos, las mejores para nuestros hijos, que nunca tuvieron otra.

No es una suerte ser considerada la mejor, ¿aún siendo tan molesta? Madre se equivoca, niños. E improvisa. Madre no viene con manual de instrucciones: reacciona apenas a los mandatos del corazón, lo que tiene un inestimable valor, pero no sustituye un buen plan estratégico. Y planificación es todo lo que una madre no logra seguir, aun que los libros, revistas, y psicólogos traten de orientarnos.

Un día, un examen confirma que estás embarazada y la felicidad es inmensa, así como el pánico también. Guau, voy a ser responsable por la crianza de un ser humano (papa también lo será, pero en su día hablamos de él). A partir de este momento, nunca más la vida será como antes. Nunca más la libertad de salir por el mundo no dando explicaciones a nadie. Nunca más pensar en sí misma en primer lugar. Solo después que ellos cumplan 18, y eso tarda. A veces, ni así.

Lo primero es acostumbrarse a ser una persona que ya no se puede guiar a penas por los propios deseos. Sos y seguirás siendo una mujer activa, autentica, batalladora, independiente, pero 100% libre, olvidalo. De los maridos escapas, de los propios padres escapas, pero de la responsabilidad de ser madre, jamás. Y tampoco lo queres. ¿O será que te gustaría?

A veces, sí, nos gustaría no tener ese compromiso con vidas ajenas, no tener que monitorear los pasos de los hijos, no tener que preocuparse con la violencia que ellos tendrán que enfrentar, no sufrir por sus dolores, no temer por sus fragilidades, no quedarnos despiertas mientras ellos no llegan y no perder la paciencia cuando ellos hacen todo al revés de lo que soñamos.

Nos gustaría que ellos no hablaran mal de nosotras por los consultorios de psiquiatras, que no nos culparan por sus inseguridades, que no fuéramos la razón de sus traumas, que se olvidaran los momentos que fuimos demasiado severas. Hay siempre un “demás” y un “de menos” persiguiéndonos. Pocas veces acertamos la intensidad de nuestros consejos y criticas.

Pero es así como somos: a veces, exageradamente enérgicas en momentos bobos, a veces, un cachito permisivas en el momento de imponer límites. No nos gustan algunos de sus amigos y nos encantan otros, no podemos explicar el porqué, pero nuestra intuición nos dice que tenemos razón. Pero, de qué sirve tener razón, ¿si ellos solo se darán cuenta de eso cuando tengan sus propios hijos?
Erramos en forzarlos a que les guste el apio, erramos en abrigarlos tanto para las excursiones del colegio, erramos en dejar que pasen la tarde en la compu en víspera de examen, erramos en no confiar cuando ellos nos dicen que saben la materia, erramos en volvernos locas cuando ellos tienen los ojos colorados (¡puede ser un resfrío!), erramos cuando no miramos a sus ojos, erramos cuando hacemos drama por nada, erramos un poquito todos los días por amor y por cansancio.

Lo que nos hace las mejores madres del mundo es que nuestros errores siempre serán aciertos, desde que estemos cerca.

Publicado por Martha Medeiros en 14 de mayo de 2008. Sacado del libro "Doidas e Santas", de 2008, Editora L&PPM Editores, Porto Alegre, Brasil. Traducción: Marcia Q Fervienza.

Ana, Ramón, e uma história sobre relações

“Qual o interesse dele por mim? Será que há algum interesse?”

Assim começa minha conversa com Ana naquela manhã de Agosto. Ela conheceu um rapaz que, até semanas antes, ela nunca tinha percebido que existia. Até que um dia, pura casualidade, ela precisou dele, ele ajudou, algo nele a interessou, e desde esse dia, ela não conseguiu mais não perceber que ele existe. Seu interesse por continuar conhecendo ele aumentava a cada dia. Já descobriu coisas nele que odeia, e outras que adora, mas continua tratando de absorvê-lo como ao ar que respira. Segundo me conta ela, ele parece tratá-la de uma maneira diferente a que trata aos outros, mas ela não está convencida de que ele realmente a vê como alguém especial ou se essa é simplesmente sua maneira de ser. Minha amiga, como as garotas do filme “Ele simplesmente não tá afim de você”, tenta ler significados implícitos nas atitudes do rapaz, desvendando as entrelinhas. Pede a minha ajuda. Eu ajudo, porque já estive em seu lugar um dia, e posso entendê-la. Mas não deixo de me perguntar em silencio se, assim como naquele filme, tudo que ela vê como símbolo ou indicação de algo mais não serão apenas coincidências, ações não intencionais, sem nenhuma mensagem tácita, e se as coisas não são muito mais simples do que ela pensa. Espero estar equivocada, porque sonhar é sempre bom, e enquanto Ana se pergunta sobre tudo que diz respeito a Ramón, ela está exercitando sua capacidade de sonhar, está levando mais sangue a cada célula do seu corpo, seu coração tá batendo mais forte, ela se preocupa mais por sua aparência sempre que sabe que eles podem se encontrar, e acho que isso também é um ganho importante. Por isso, desejo estar errada.

Ainda assim, acho que os homens são mais simples que as mulheres. Ou não? Acho que eles são mais objetivos, vão direto ao ponto… e acho que eles não podem, ainda que queiram, não ser óbvios sobre o que desejam. Neste ponto, eu me aventuraria a dizer que os homens ainda estão na idade da pedra, e pensam que a maneira mais eficaz de conquistar uma mulher é bater com o taco na cabeça delas e levá-las para a caverna. Estou errada?

Partindo do principio da suposta objetividade masculina, me aventuraria a dizer que não, o cara não está interessado em mais do que uma amizade com a minha amiga. Ao que ela me pergunta: “Mas existe amizade entre homem e mulher?” No Brasil, sim. Aqui, há controvérsias: alguns acham que sim, outros que não. Eu a escuto, a ajudo, tento ver se há alguma “entrelinha” na conduta dele que possa ser lida com outro significado. E, na verdade, sim, vejo varias indicações de um interesse especial dele por Ana, na mesma medida que pode ser que não, que o cara esteja atuando como amigo, sem outras intenções. Eu digo isso a minha amiga, mas ela, obviamente, não fica satisfeita. Tem que ser ou uma coisa, ou outra. Eu não sei dizer qual, mas tento. E assim conversamos por quase duas horas.

Depois que vou embora, me pergunto que faria minha amiga, caso se confirmasse que o rapaz está interessado nela para algo mais do que uma amizade. Suspeito que ela não faria nada a respeito. Acho que ela está maravilhada com o rapaz, mas, de alguma forma, ela se sente cômoda em não saber se ele realmente sente algo por ela ou não. Pela maneira como ela é, ela teria que fazer alguma coisa caso soubesse com certeza, fosse fugir ou se jogar nos braços do sujeito. E acho que sempre preferimos a posição cômoda de não ter que decidir o rumo das situações. Ou sou só eu que sinto assim?

A questão é que quanto mais tempo eles passam juntos, e mais se conhecem, mais tempo ela quer passar com ele, mais ela se interessa pela sua maneira de ser. Ele a “hipnotiza”. Sim, ela vê nele coisas que ela não gosta, mas nesta etapa em que estão, as coisas que ela gosta dele pesam mais do que aquelas que ela não gosta. E, em algum ponto, acho que ela acredita que não pode ser que exista outro como ele no mundo, com suas coisas boas e ruins.

No dia seguinte, volto a encontrá-la, e a vejo melhor. Na noite anterior estivemos conversando até tarde por email e telefone, e ela estava muito “agitada”, com muitas duvidas, muita coisa para falar, mas hoje, depois de uma noite de sono, a vejo mais tranqüila enquanto tomamos um café. Ela me diz que ao acordar, já não tinha aquela marca tão forte que ele tinha deixado em sua alma. De alguma forma, isso a tranquiliza. Ela me diz que nada que uma noite de sono possa debilitar com tanta facilidade pode ser assim tão “ameaçador” como parecia no dia anterior. De alguma maneira, isso parece assegurar a ela que seu interesse por ele falava mais dela mesma do que dele como pessoa. “Era algo meu que eu estava projetando nele. Eu estava vendo ele através de óculos com lentes cor de rosa”, ela me diz. Eu a escuto. Hoje ela não vai vê-lo, o que (suponho) permitirá que ela continue se sentindo assim. Como espectadora, acho que o jogo está suspenso. Pelo menos, por enquanto.

Sim, falo de jogo porque acho que a conquista, a sedução, o “histeriqueo” argentino, esse “quero-não quero”, ainda quando existe só para uma das partes, é um jogo. Sabemos que, na vida, independente daquilo que nos atrai em alguém, escolhemos o que fazer com o que sentimos. E, se somos adultos, faremos escolhas responsáveis e conscientes. Ainda assim, o jogo pode continuar. É difícil abandonar o prazer da sedução, de saber que somos objeto do interesse de outra pessoa, ou de ver que estamos seduzindo a alguém. Alguns diriam: Mas se nenhum dos dois tem a intenção de fazer algo a respeito, para que se permitir semelhante perda de tempo?

Desde a Psicologia, acredito que há algo nisso que os mantém “presos” ao jogo. Algo existe, seja no outro, seja no jogo, que faz com que eles sigam. Alguma coisa eles ganham com isso. Pode ser um ego mais inflado ou uma auto-estima mais elevada, caso ele, por exemplo, suponha que a minha amiga sente algo por ele, e isso o faça sentir-se especial. Pode ser uma cabeça cheia de duvidas, ou de situações, que depois, no silencio de suas casas, eles poderão repassar perguntando-se o que essa ou aquela conduta quis dizer, o que encherá a mente de cada um de sonhos e possibilidades, de “e se...?”. Pode ser que eles não ganhem nada mais do que um escape daquilo que os mantém ocupados em suas próprias vidas, em suas próprias rotinas. Pode ser que eles realmente tenham um interesse mutuo em uma amizade e queiram dividir momentos. Pode ser que eles queiram se conhecer mais porque se interessam mutuamente como pessoas. Pode ser que estejam testando suas capacidades de se relacionar com alguém muito interessante do sexo oposto sem se apaixonar. Ou pode ser que queiram sim se apaixonar, ser conquistados. Mas, na base de qualquer das opções acima, está o interesse mutuo, indubitavelmente. Portanto, pode ser que eles realmente estejam interessados um no outro, e não possam -ou queiram- afastar-se, ainda que não pensem fazer nada a respeito. De repente, eles estão se deixando levar pela situação, para ver aonde chegam com tudo isso. Não sabemos. Talvez nem eles saibam. O que sim sabemos com certeza é que há algo nisso tudo para ambos.

Dois dias depois do primeiro encontro relatado neste texto, ela me liga a tarde. Me conta que, sem tê-lo visto nos últimos dois dias, ela deitou a tarde para dormir uma “siesta” e sonhou com ele. Sonhou que ele estava dormindo em outro quarto, e que parecia haver uma outra mulher no meio da historia, com quem ele falaria por telefone ou algo assim, mas ele vem ao quarto dela enquanto ela dorme, e ela (dormindo) sente sua presença, segura a mão dele, o traz para perto dela, põe a mão dele debaixo do seu rosto, e dorme sobre sua mão. Ele, sorrateiramente, tira a mão e sai do quarto. Quando ela acorda, ela percebe que foi só um sonho. Respira aliviada, ela me diz. Eu a noto um pouco triste. Penso percebê-la outra vez invadida por esse desejo disfarçado de sonho inconveniente que, idealizado, é, ao mesmo tempo, desejo e conflito. Acho também que, ao ter sonhado com ele, ela acorda com ele impresso na alma outra vez. Não lhe digo nada, mas acho que a desculpa dela de que se ela não o vê, nem lembra que ele existe, se enfraquece. Suspeito que ela sabe disso, e não gosta que seja assim.

Como continuará o assunto? Acho que não continuará. Acho que a minha amiga continuará dando ao Ramón esse lugar idealizado na cabeça dela, e continuará alimentando o “e se...?”. Desfrutará de todos os momentos que passem juntos, e usará o que aí rolar para alimentar seus sonhos. Acho que ela não chegara a saber se ela é uma mais para ele, ou se ele está realmente interessado nela, e suponho que vai ser assim justo para que ela possa continuar dando asas a sua idealização: se ela chegasse a saber que ele não sente o mesmo que ela, ficaria sem ter com que sonhar. Assim, sem saber, ela tem pelo menos a dúvida. Melhor a dúvida do que nada. Por outro lado, se chegassem a confirmar que realmente desejam um ao outro, a coisa teria que se concretizar, o que levaria ao fim da idealização (o idealizado não se concretiza nunca, inclusive porque, quando se concretiza, mostra suas falhas, e quem se alimenta de ideais, quer fugir justo das falhas inevitáveis em tudo o que é real). Ou eles teriam que se separar, já que conviver faria crescer o desejo mutuo.

Eu não conheço o Ramón mais do que pelas palavras de Ana, mas eu conheço a Ana, e sei que ela não é mulher de não atuar em situações extremas. Ela prefere agir e se arrepender a não agir. Se ela chegasse a ter certeza do desejo de Ramón, sei que ela se jogaria, fosse na direção dele, fosse na direção oposta, correndo o mais veloz que pudesse.

Suspeito que nunca terei a oportunidade de descobrir o que acontecerá, porque acho que o que há de mais importante para acontecer nesta historia, já está acontecendo. Observo, tentando não deixar passar nenhum detalhe.

Ana, Ramón, y una historia sobre relaciones

“¿Qué le pasa a él conmigo? ¿Le pasará algo?”

Así empieza la charla con Ana aquella mañana de Agosto. Ella conoció un sujeto que, hasta hace unas semanas, ella nunca se había dado cuenta de que existía. Hasta que un día, de casualidad, ella lo necesita, él la asiste, algo en él la atrapa, y desde ese entonces, ella no puede dejar de percibir que existe. Se interesa por conocerlo más a cada día. Ya se encontró con cosas que le desagradaron, y con cosas que le gustaron mucho. Pero sigue tratando de “absorberlo” en el aire. Según ella me cuenta, él parece tratarla de una manera distinta a que trata a los demás, pero que no le termina de convencer si realmente la ve como alguien especial o si esa es simplemente su manera de ser. Mi amiga, como las chicas de la película “Él simplemente no te quiere”, trata de leer significados en las actitudes del tipo, de desvendar las entrelineas. Pide mi ayuda. Yo trato de bancarla, total, ya estuve en su lugar algún día, la puedo entender. Pero no puedo dejar de preguntarme en silencio si, así como en aquella película, todo lo que ella ve como un símbolo o indicación de algo no serán acciones no intencionales, sin ningún mensaje oculto por detrás, si la cosa no es mucho más sencilla de lo que ella cree, o quiere creer ahora. Espero estar equivocada, porque los sueños son siempre bienvenidos, y mientras Ana se cuestiona todo acerca de Ramón, ella está ejercitando su capacidad de soñar, está haciendo que le llegue más sangre a cada célula de su cuerpo, su corazón late más fuerte, se preocupa más por su apariencia siempre que sabe que se pueden llegar a ver, y creo que eso también es una ganancia. Por eso, deseo estar equivocada.

Sin embargo, me parece que los hombres son más sencillos que las mujeres. ¿O no? Me parece que son más objetivos, que van directo al punto… y que no pueden, aunque lo quisieran, no ser obvios acerca de lo que desean. En este punto me aventuraría a decir que los hombres todavía están en la edad de piedra, y que piensan que la manera más eficaz de conquistar una mujer es pegarla con un bate en la cabeza y arrastrarla para la cueva. ¿Me equivoco?

Partiendo del principio de la supuesta objetividad masculina, me aventuraría a decir que no, el tipo no tiene interés más que de una amistad por mi amiga. A lo que ella me pregunta: “¿Pero existe la amistad entre hombre y mujer?” En Brasil, sí. Acá, hay controversias: algunos opinan que sí, otros que no. Yo la escucho, la ayudo, trato de ver si hay alguna entrelinea en la conducta de Ramón que pueda ser leída con otro significado. Y la verdad es que sí, puedo ver un montón de indicaciones de un interés especial suyo por Ana, en la misma medida que puede ser que no, que el flaco esté actuando con la mejor onda “amigos”, sin otras intenciones. Se lo digo a mi amiga pero ella, obviamente, no se contenta con eso. Tiene que ser o una cosa u otra. Yo no le sé decir cual, pero trato. Y así charlamos por casi dos horas.

Después que me voy me pregunto qué haría mi amiga caso se confirmara que el tipo está interesado en ella como más que una amiga. Sospecho que ella no actuaria en consecuencia. Sospecho que él tipo le encanta, pero de alguna manera, ella se siente cómoda con no saber al cierto si le pasa algo con ella o no. Por cómo es ella, ella tendría que hacer algo caso supiera con seguridad, ya fuera escaparse o tirarse en sus brazos. Y a mí me parece que siempre preferimos la cómoda posición de no tener que decidir el rumbo de las situaciones. ¿O solo a mí me pasa eso?

La cuestión es que cuanto más tiempo pasan juntos y más se conocen, más ella se interesa por su manera de ser. Le atrapa. Sí, ella encuentra cosas que a ella no le gustan para nada, pero en esta etapa de conocimiento que están, me parece que las cosas de él que le gustan pesaran más, contaran más. Y la veo, en algún punto, casi como si no pudiera creer existir alguien así.

El día siguiente la vuelvo a encontrar, y la noto mejor. Estuvimos hasta altas horas charlando por teléfono y mail el día anterior, ella estaba muy “agitada”, con muchas dudas y mucho para compartir, pero hoy, después de unas horas de sueño, la veo más tranquila mientras tomamos un café. Ella me comenta que al despertarse, esa marca tan fuerte que él le había dejado en el alma no está más. De alguna manera, eso la tranquiliza. Me dice que nada que una noche de sueño pueda tan fácilmente debilitar puede ser así tan “amenazante” como parecía el día anterior. De alguna manera, eso le parece asegurar que su interés por él hablaba más de ella misma que de él como persona. “Era algo mío que yo había puesto en él, lo estaba mirando con anteojos de lentes rosas”, me dice. Yo la escucho. Este día ella tampoco lo va a ver, lo que (supongo) permitirá que ella siga sintiéndose así. Como espectadora, me parece que el juego está suspenso. Por lo menos por ahora.

Sí, hablo de juego, porque me parece que la conquista, la seducción, el histeriqueo argentino, ese “quiero-no quiero”, aún cuando existe solo para una de las partes, es un juego. Sabemos que, en la vida, más allá de lo que nos atrae en alguien o no, es uno quien elige que hacer con lo que siente. Y, si somos grandes, haremos elecciones responsables y conscientes. Aún así, el juego puedo seguir en curso. Es difícil abandonar el placer de la seducción, de saberse objeto de interés de otra persona, o de verse seduciendo a alguien. Algunos dirían: Pero si ninguno tiene la intención de actuar en consecuencia, ¿para qué permitirse semejante pérdida de tiempo?

Desde la Psicología yo diría que hay algo ahí que los mantiene a ambos en el partido. Hay algo, ya sea en el juego, ya sea en el otro, que los hace seguir. Alguna cosa se llevan de este “intercambio”. Puede ser un ego más inflado o una autoestima más elevada, caso él, por ejemplo, suponga que a mí amiga le pasa algo con él, y eso le haga sentir especial. Puede ser una cabeza llena de dudas, o de situaciones, que después, en el silencio de sus casas, ellos podrán repasar preguntándose que había en esta o aquella conducta, lo que les llenará la mente de sueños, posibilidades, de “¿y si?”. Puede ser que se lleven nada más que un escape de aquello que les tiene ocupado en sus propias vidas, sus propias rutinas. Puede ser que realmente tengan un interés mutuo en una amistad y quieran compartir momentos juntos. Puede ser que se quieran conocer más porque se interesan mutuamente como personas. Puede ser que estén testeando sus capacidades de relacionarse con alguien muy interesante del sexo opuesto sin enamorarse. O puede ser que quieran enamorarse, ser conquistados. Pero, en la base de cualquier de las opciones, está el interés mutuo, indudablemente. Por lo tanto, puede ser que realmente estén interesados uno en otro, y no puedan -o quieran- apartarse, aun si no piensan hacer nada respeto. Por ahí se están dejando llevar por la situación a ver a donde ella los lleva. No lo sabemos. Tal vez ni ellos lo sepan. Lo que sí sabemos con seguridad es que hay algo en eso para ambos.

Dos días después del primer encuentro, ella me llama a la tarde. Me cuenta que, sin haberlo visto en los últimos dos días, ella se acuesta para una siesta y sueña con él. Sueña que él estaba durmiendo la siesta en otra habitación, y que parecía haber una chica de por medio con quien él hablaría al teléfono o algo que lo valga, pero que él viene a su habitación mientras ella duerme, y ella (dormida) siente su presencia, le toma la mano, lo trae para más junto de ella, pone la mano de él bajo su rostro, y se duerme sobre ella. Él se escapa, saca cuidadosamente la mano. Ella sigue en su sueño, feliz porque él había estado en su habitación. Al despertarse, ella se percata de que fue un sueño nomas. Respira aliviada, me dice. Yo la noto un poco triste en su voz. Me parece percibirla otra vez invadida por ese deseo disfrazado de sueño inconveniente que, idealizado, es a la vez, inconveniente, porque genera conflicto. Me parece también que al haber soñado con él, ella se despierta teniéndolo impreso otra vez en su alma. No le digo nada, pero me parece que ya le queda floja la excusa de que si no lo ve, no le pasa nada, es más fácil, por lo tanto, no será así tan fuerte. Me parece también que ella lo sabe y que no le gusta que sea así.

¿Cómo seguirá el tema? Opino que no seguirá. Opino que mi amiga seguirá reservándole a Ramón ese lugar idealizado en su mente y se alimentará del “¿y si?”. Disfrutará de todos los momentos que compartan juntos, y usará lo que ahí pase para alimentar sus sueños. Creo que ella no llegará a saber si es una más para él o si él realmente está interesado en ella, y supongo que así será justo para seguir dando vuelo a su idealización: si ella se llegara a enterar de que a él no le pasa lo mismo que le pasa a ella, se quedará sin tener con que soñar. Así, sin saber, ella tiene por lo menos la duda. Ante la duda o nada, prefiere la duda. Por otro lado, si se llegara a confirmar que realmente les pasa algo a los dos, la cosa tendría que concretarse, lo que llevaría al fin la idealización (lo idealizado no se concreta nunca, incluso porque, cuando se concreta, muestra sus fallas, y quien se alimenta de idealizaciones, quiere escaparse justo de las fallas inevitables en todo lo que es real). O ellos tendrían que apartarse, ya que convivir haría crecer el deseo mutuo.

No lo conozco a Ramón más que por las palabras de Ana, pero a Ana la conozco, y sé que ella no es una chica que no actúa ante situaciones extremas. Prefiere actuar y equivocarse a no actuar. Si ella llegara a estar segura del deseo de Ramón, sé que se jugaría, ya fuera en la dirección opuesta, escapándose lo más veloz que pudiera, ya fuera en la dirección de Ramón.

Sospecho que nunca tendré la oportunidad de descubrir que pasará. Porque creo que lo que hay para pasar de más especial en la historia de ellos dos ya está en curso. Observo, tratando de no perderme ningún detalle.

martes, 12 de octubre de 2010

Cinema para que?

Adoro ir ao cinema. Ver um filme é, para mim, um momento único. Mas não entendo ir ao cinema para ver um filme que tenha um final infeliz ou muito realista. Alguem vai ao cinema para ver algo que seja realista? Acho que de realista basta a vida, com tanta dor, perda, frustração, violência, finais infelizes. Tudo bem, nem todo filme tem que ser "água com açúcar", comédia romântica açucarada. Isso eu entendo, também me entedia. Gosto de ação, de ficção cientifica, de filme de suspense ou terror. E não precisam ter finais felizes necessariamente, desde que a história se dê em um contexto muito distante da realidade da vida cotidiana (por exemplo, que a Terra seja destruida por desastres naturais em 2012, como previu o calendario Maya). Mas se o que o filme conta poderia ser parte da realidade de qualquer um, pelo menos que tenha um final feliz. Ou inteligente. Ou que o final me deixe em dúvida se foi feliz ou não. Ou que seja um final em aberto para que cada um "decida" como termina. Mas que não me mostre a vida dura e crua, sem opção melhor para resolver a história.

Aonde quero chegar com tudo isso? Acabo de ver o filme "Buried", em espanhol, "Enterrado", com Ryan Reynolds. A historia é boa, posso dizer que é muito original. Realista, relata uma situação que não somente poderia acontecer com qualquer um, como é possível que esteja acontecendo com alquem nesse exato momento, em outras partes do mundo. Até aí, tudo bem. Mas o final, que não pretendo contar aqui para não arruinar a "diversão" daqueles que pretendem vê-la, é justamente o oposto do que eu espero encontrar quando vou ao cinema: diversão. Saí de lá tensa, estressada, e diria que mais assustada em relação ao mundo em que vivo do que quando entrei. Em outras palavras, saí de minha suposta hora e meia de diversão pior do que quando entrei. Outro filme deste tipo? Carancho. Me perguntam: “E a historia? Boa?” Minha resposta é que acho que sim, que a historia é ótima, mas que me deem alguns dias para que passe o meu estresse e voltamos a conversar.

Também não entendo ver filme para chorar. Tem filmes que nos fazem chorar sem se esforçar, pela historia que contam, pelo trajeto do protagonista, por suas dores, por como ele resolveu seus problemas, pelo final da sua história. "Em Busca da Felicidade", com o Will Smith, é um desses filmes. Agora vi um outro filme, também com o Will Smith, chamado "Sete Vidas", que me deixou revoltada. Como alguém pode se dedicar a pensar uma história forçosamente dramática pra fazer com que a audiência saia de lá chorando? E como não avisam a gente antes de entrarmos que é forçação de barra para nos fazer desaguar em lágrimas? Algo do tipo "Caixa de Klenex obrigatória". Podiam fazer como nos filmes de 3D, e entregar a Caixa de Klenex na entrada, como fazem com os óculos. A quem isso diverte, por favor? Não sei, talvez algumas pessoas gostem disso (se não gostassem, não fariam mais filmes assim). Mas a mim, particularmente, me revolta.

Talvez eu seja uma jovem senhora a moda antiga. Mas gosto de sair do cinema pensando em novas possiblidades para a vida aqui fora. Adoro filmes de ficção científica, como “Inception”, ou “El Origen” em espanhol, con Leonardo Di Caprio. Teve um final feliz? Na verdade, não sei. Eu e meu marido discordamos sobre o final: ele achou que sim, eu achei que não. Mas o autor deixou aberto o espaço para que a gente pensasse, e terminássemos o filme como nos parecesse melhor. Outra que me divertiu: Agente Salt, com Angelina Jolie. Muita ação, sustos, saltos, mas me dá um final que me diverte e não me deixa mais pessimista quando saio da sala de projeção e venho viver a vida aqui fora.

Mencionei esses filmes para que não pareça que só me divertem filmes românticos ou comédia pastelão. Na verdade, nada me entendia mais que comédias onde o máximo que se pede ao meu cerebro é que ria de um sujeito que cai sentado depois de escorregar numa casca de banana. Humor inteligente, por favor!

Emfim, tudo é aceitável, quase tudo me diverte, mas eu dou muito valor às minhas horas de diversão no cinema para me contentar com sair de lá mais assustada, desesperançada ou pessimista do que quando entrei. Não, isso definitivamente não dá.

Cine ¿para qué?

Me encanta ir al cine. Mirar una peli en el cine es, para mí, un disfrute único. Pero no entiendo ir al cine para ver una película que tenga un final infeliz o que sea muy realista. ¿Alguien va al cine para ver algo que sea realista? Opino que de realista basta la vida, con tanto dolor, pérdida, frustración, violencia, finales infelices. Está bien que no toda película sea "agua con azúcar", comedia romántica azucarada. Eso entiendo, también me aburre. Me gusta la acción, la ciéncia ficción, los suspensos y el terror. Me va hasta que no tengan finales felices, siempre y cuando los mismos se den en un contexto muy lejano de la realidad (por ejemplo, que la Tierra sea destruida por desastres naturales en 2012, como previsto por el calendario Maya). Pero sí lo que cuenta es algo que podría ser la realidad de cualquier uno, que por lo menos tenga un final feliz, o inteligente, o que me deje en duda, que me deje a mí la tarea de “finalizar” la historia. Que yo sea la autora que decide el final. Pero que no me la muestre dura y cruda, sin opción para un final feliz.

¿A qué viene todo eso? Recién vuelvo de ver la película “Enterrado”. La historia está buena, bah, puedo decir que es muy original. Realista, relata una situación que no solo podría pasar a cualquiera, como uno sale pensando si no pasa de verdad en otras partes del mundo. Hasta ahí, todo bien. Pero el final, que no pretendo contar acá para no arruinar la “diversión” de aquellos que pretenden verla, es justo lo opuesto a lo que espero encontrar cuando voy al cine: diversión. Salí tensa, estresada, y diría que más asustada en relación al mundo en que vivo que cuando entré. En otras palabras, salí de mi supuesta hora y media de diversión peor que antes, cuando no la tenía. ¿Otra película de este tipo? Carancho. Me preguntan: “¿Qué tal la historia? ¿Esta buena?” Mi respuesta es que creo que sí, que la historia está buenisima, pero que me den unos días para que se me vaya el estrés que tengo en cima, así lo pienso mejor y te cuento.

Tanbién no entiendo mirar película para llorar. Hay pelis con las cuales lloramos por la historia que cuentan, por el trayecto del protagonista, por sus dolores y superaciones, por el final de su história. "Em Busca de la Felicidad", con Will Smith, es una de esas pelis. Ahora, vi otra pelicula, tanbién con Will Smith, llamado "Siete Almas", que me hizo enojar soberanemente. ¿Cómo alguien puede dedicarse a pensar una historia forzosamente dramática para hacer que la audiencia salga de allá llorando y deprimida? ¿Y cómo no nos avisan antes que entremos que la idea es que nos deshidratemos de tanto llorar? Algo onda "Carilina obligatória". Podían hacer como en las peliculas 3D, y entregarnos en la entrada de la sala de proyección la caja de carilina, como hacen con los anteojos. ¿A quién eso divierte, ¡por favor! No lo sé, supongo que a algunos, o no seguirian haciendo pelis así. A mí, particularmente, no me gusta.

No sé, capaz yo soy una joven señora a moda antigua. Pero a mí me gusta salir del cine pensando nuevas posibilidades para la vida acá afuera. Me encantan películas de ciencia ficción, como “Inception”, o “El Origen” en castellano, con Leonardo Di Caprio. ¿Tuvo final feliz? La verdad es que no lo sé. Yo y mi marido disentimos acerca del final: cada uno pensó que fue de una manera. Pero bueno, se dejo abierto el espacio para que lo pensáramos, y la termináramos como a nosotros nos pareciera mejor. Otra que me gusto: Agente Salt, con Angelina Jolie. Mucha acción, sustos, saltos, pero me da un final que me divierte y no me deja más pesimista cuando salgo de la sala de proyección y vengo a vivir la vida acá afuera.

Mencione ese par de películas para que no quede como si lo único que me pudiera divertir fueran películas románticas o de comedia. De hecho, nada me aburre más que comedias como las de Steve Martin, por ejemplo, en donde lo máximo que me piden a mi cerebro es que se ría cuando uno cae sentado por resbalarse con una cascara de banana. Humor inteligente, ¡por favor!

En fin, todo es aceptable, casi todo me divierte, pero valoro mis horas de diversión en el cine demasiado para contentarme con salir a la vida más asustada, desesperanzada o pesimista de que cuando entré. No, eso definitivamente no me va.

sábado, 9 de octubre de 2010

A magia dos textos e escritos

As vezes, sem que possamos entender o porque, uma ou duas palavras, umas linhas, um paragrafo toca nossa alma. As vezes, nao sabemos o motivo. As vezes, suspeitamos. Mesmo assim, presos naquelas linhas, nos perdemos. Porque, talvez, lá encontramos algo da gente mesmo que pensávamos muito bem guardado. E entao, nos vemos desnudos diante dos nossos proprios olhos, ainda que nao necessariamente desnudos diante dos olhos de quem escreveu. Ou sim? Nao sabemos. Nos perdemos e nao queremos que nos encontrem. Melhor que nao nos encontrem. “Me deixem aqui, entre meus pensamentos, supondo o que voce quis dizer e porque, tentando descobrir quanto de mim mesma havia ali naquelas palavras, quanto de mim fui eu que coloquei ali ao ler o texto”. Essa é a magia dos textos e escritos. E entao, nos vemos agradecidos porque alguem nos fez a gentileza, ainda que sem saber, de colocar em palavras um pouco do que vai em nossa alma, nos ajudando a entender o que nos move, ainda que nao saibamos em que direcao.

Necessitamos o romance e a melodía de uma linda cancao para sonhar. Alguns nos dizem que a vida nao é feita de idealizacoes, e que as pessoas idealizadas se desfazem no segundo ou terceiro olhar. Entao, o que é melhor? Talvez, nao olhar outra vez. E continuar com a idealizacao na alma, no corpo e nos sonhos, sem nos darmos a chance de que o outro se torne real, confirmando nossa idealizacao ou destruindo-a, e com ela, essa maravilhosa sensacao com a qual nos despertamos de manha, sempre depois de uma simples noite de sono.

La magia de los escritos

A veces, sin que podamos entender el porqué, una o dos palabras, unas líneas, un párrafo, nos toca el alma. A veces, no tenemos claro el motivo. A veces, sospechamos. Sin embargo, atrapados en aquellas líneas, nos perdemos. Porque, a lo mejor, allá encontramos algo de uno mismo que pensábamos muy bien guardado. Y entonces, uno se ve desnudo ante los propios ojos, aunque no necesariamente a los ojos de quien lo escribió. ¿O sí? No sabemos. Nos perdemos y no queremos que nos vuelvan a encontrar. Mejor que no nos encuentren. “Dejame acá, entre mis pensamientos, suponiendo lo que quisiste decir y porque, tratando de descubrir cuanto de mí había allí, cuanto de mí yo puse allí al leerlo”. Esa es la magia de los textos y los escritos. Y entonces uno se ve grato porque alguien nos hizo la gentileza, aun sin saber, de poner en palabras un poco de lo que nos va en el alma, ayudándonos a entender que nos mueve, aunque no tengamos claro hacia donde.

Necesitamos el romance y la melodía de una linda música para soñar. Algunos nos dicen que la vida no está hecha de idealizaciones, y que la gente idealizada se deshace con una segunda o una tercera mirada. Entonces, ¿mejor qué? Por ahí, no mirar otra vez. Y seguir con la idealización en el alma, en el cuerpo y en los sueños, sin darnos la chance de que el otro se vuelva real, confirmando nuestra idealización o destruyéndola, y con ella, esa linda sensación con la cual nos despertamos siempre después de una simple noche de sueño.

lunes, 4 de octubre de 2010

O fatalismo e o nosso poder sobre nossas próprias vidas

Para fazer uma prova de Psicología Social na semana passada, tive que ler Martin-Baro e seu libro “Sistema, Grupo e Poder”. Que feliz encontro! Ignacio Martín-Baró foi um psicólogo e sacerdote jesuita espanhol que dedicou a maioria dos seus trabalhos a investigação da difícil realidade social e política de um pequeno país latinoamericano, El Salvador. Com base em suas experiencias em El Salvador, Baró fala que nas populações latinoamericanas é característica uma forma peculiar de conformismo massivo ao poder exercido pelas classes dominantes, em especial nos setores mais depauperados e marginais, que ele chamou de fatalismo. O fatalismo constitui um conformismo básico de grupos e pessoas em condições deploraveis de existencia e com um regime de vida opressor. Se trata de uma característica considerada propria de certas culturas indígenas latinoamericanas e, em geral, do campesino, que o levaría a aceitar espontaneamente um destino desumano.

As principais crenças das pessoas que se conduzem em base ao fatalismo são as seguintes:
- A vida de cada pessoa está pre-definida, pelo menos em seus traços básicos, desde que nasce até a morte: os eventos “acontecem”, porque “está escrito”;
- A ação atual de cada um, o proprio comportamento, não pode mudar esse destino fatal: são forças incontrolaveis que regem a vida dos seres humanos;
- Em última instancia, é um Deus distante e todopoderoso que atua através dessas forças incontrolaveis, que escreve o destino de cada um: se opor a ele sería contrariar a vontade divina.

Ante situações dificeis da vida, quem vive segundo o conceito do fatalismo, acredita que a melhor atitude pessoal é a resignação: é preciso resignar-se frente o proprio destino, ou seja, aceitá-lo voluntariamente, sem críticas nem ressentimentos, e com dignidade. A vida é vista por essas pessoas como uma prova exigente e dolorosa, mas é a capacidade de aceitar o que nos foi designado que nos torna mais merecedores -ou não- de uma vida de qualidade no pós-morte.

Em suas vidas, de forma geral, essas pessoas fazem o que é pedido delas, e da maneira que lhes é pedido, na mais completa submissão a vontade e designios daquele que tem melhor posição social, ou de mais poder, na sociedade (seja o chefe na empresa ou o governo). Por outro lado, crer em um destino já escrito evita todo esforço necessário para mudar: como nada pode ser mudado, já que tudo está pre-definido, não vale a pena se esforçar, tomar iniciativas ou buscar mudanças.

O fatalismo também compromete a historidade (ou linha histórica) dos eventos: a pessoa se “descompromete” do que acontece com ela em sua vida, não pensa ser necessário questionar-se o que terá feito para chegar a aquele ponto, e tampouco aprende do que viveu no passado, nem planeja o futuro. No máximo, se perguntará “O que quer Deus que eu aprenda desta experiencia?” E nada além disso. As pessoas só respondem ao imediato, tanto para bem como para mal. E esta conduta é compreensivel: o “presentismo” é a única alternativa realista quando o caminho de cada um já está escrito e não pode ser alterado.

O fatalismo constitui um circulo vicioso de conformismo: se aceitam as exigencias porque o destino já está escrito. Mas ao não fazer nada para altera-lo, se confirma a sua imutabilidade. Esse círculo vicioso fica santificado: em última instancia, o destino remete a Deus. Assim, o que é de fato uma realidade historica, o que é produto de processos humanos, de atitudes individuais e coletivas, se subtrai da historia, se naturaliza e se absolutiza, remetendo-o a Deus. O mais grave é, na minha opinião, a naturalização e a ausencia de necessidade de buscar respostas para o que vivemos em nossas proprias vidas, em nosso passado, porque isso tira toda e qualquer possibilidade de crescimento, em nome de um reconhecimento post mortem. Mas, afinal, é isso que o fatalismo deseja: que não haja questionamento nem evolução pessoal ou social, em nenhum nivel.

A que se deve o fatalismo? A quem serve essa forma de agir? A todos que acreditam nela, já que evita que nos confrontemos com as frustrações dos nossos esforços inuteis, com o desgaste de tentativas que chocam contra o muro da intransigencia daquilo que não controlamos. Nesse sentido, o fatalismo seria um mecanismo adaptativo, uma estrategia de sobrevivencia, que nos permite uma subsistencia em condições desfavoraveis.

Aonde quero chegar com tudo isso? Ao fato de que somos todos campesinos vivendo em situações deploraveis em algum ponto, submetidos a ideia de que nossas vidas estão pre-determinadas por forças desconhecidas, que sabem mais o que é melhor pra gente do que nós mesmos. Ante a pior dor, tratamos de não nos revoltarmos, tratamos de manter a paz e a dignidade interna e, em algúm nivel, pensamos que algo fizemos para merece-lo (senão nesta vida, em outra).

Esse pensamento é terreno ideal para a resignação. Excelente no sentido de que assegura o controle social ante situações de violencia e desigualdade. Evita rebeliões, reações descontroladas daqueles que sofrem na carne tal violencia. Mantem os feridos sob controle. Mas, por outro lado, previne mudanças pessoais e sociais. Sao naturalizadas bestialidades de um sistema que há muito tempo saiu do controle dos nossos governantes. Já não nos assombramos ante violencias sociais inexplicaveis. Vamos nos tranquilizando, tratando de aceitar nosso destino com dignidade, sem questionar de que forma contribuimos pro que vivemos e também pro enredo social no qual estamos metidos. Sem questionar, não mudamos. Sem mudar, tudo continua igual, ou piora. Ao continuar igual, não evoluimos. Vamos sendo levados por aguas que já não sabemos de onde vem nem pra onde vão. Em algum ponto, deixamos de saber como foi que chegamos até aqui.

E o mesmo acontece em nossas vidas pessoais. Coisas acontecem dia após dia, se repetem, e muitas vezes atribuimos a um carma o algo que o valha. “Por que sempre acontece isso comigo?”, é uma pergunta que nos atravessa a mente de maneira muito fugaz. Em um minuto, já atribuimos ao destino, e seguimos com a tranquilidade de que não há nada que possamos fazer. Não nos olhamos, não nos auto questionamos, não mudamos.

Não quero questionar a crença pessoal de cada um. Mas sim quero questionar a crença pessoal de que há algo além que nos rege e ante o qual estamos de mãos atadas frente os eventos de nossas proprias vidas. Se nossas vidas estão escritas, seremos marionetes de um plano alheio? Creio que se existe um “além”, ele terá algo maior e melhor para fazer que observar o teatro de nossas vidas se cumprir tal qual ele espera, uma vez que ele já sabe o final. Se existe um Deus, suponho que ele conta com a possibilidade de que nos superemos, e o surpreendamos. Suponho que ele está esperando que seus filhos cresçam e se tornem homens, como nós esperamos que nossos filhos cresçam e se tornem independentes. Será que ele quer só observar nossa capacidade de nos resignarmos diante de seus caprichos e ideias para nossas vidas? Se existe um Deus, eu não poderia imagina-lo tão caprichoso. Suponho que sua ideia primordial será que aprendamos a nos questionarmos, nos avaliarmos e nos corregirmos em nossos proprios caminhos sempre que necessario. Como um pai para seus filhos, suponho que ele desejaria que em algúm momento nos responsabilizássemos por nossos atos e pelas consequencias destes em nossas vidas, sem acreditar que tudo começa e termina nele.

E se isso for verdade, então somos livres e autonomos para agir, mudar, remodelar tudo com que não estamos satisfeitos a partir de uma auto-observação, e uma observação do nosso entorno. Não será isso que ele realmente quer? E se tentássemos? As eleições podem ser um bom momento pra começar.

El fatalismo y la creencia de que todo está dado en nuestras vidas

A fines de rendir mi parcial de Psicología Social la semana pasada, tuve que leer Martin-Baro y su libro “Sistema, Grupo y Poder”. ¡Qué feliz encuentro! Ignacio Martín-Baró fue un psicólogo y sacerdote jesuita español que dedicó la mayoría de sus trabajos a la investigación de la difícil realidad social y política de un pequeño país latinoamericano, El Salvador. En base a sus experiencias en El Salvador, Baró habla que en las poblaciones latinoamericanas ha sido característico detectar una forma peculiar de conformismo masivo al poder ejercido por las clases dominantes, sobre todo en los sectores más depauperados y marginales, que calificó como fatalismo. El fatalismo constituye un conformismo básico de grupos y personas con unas condiciones deplorables de existencia y con un régimen de vida opresor. Se trata de una característica considerada propia de ciertas culturas indígenas latinoamericanas y, en general, del campesino, que le llevaría a aceptar espontáneamente un destino inhumano.

Las principales creencias de las personas que se conducen en base al fatalismo son las siguientes:
- La vida de cada persona está predefinida, por lo menos en sus trazos básicos, desde que nace hasta que muere: los hechos “nos ocurren”, porque “está escrito”;
- La acción de cada cual, el propio comportamiento no puede cambiar ese destino fatal: son fuerzas incontrolables las que rigen la vida de los seres humanos;
- En última instancia, es un Dios lejano y todopoderoso el que actúa a través de esas fuerzas incontrolables, el que escribe el destino de cada persona: oponerse a él sería contrariar la voluntad divina.

Ante las situaciones difíciles de la vida, los que viven según el concepto del fatalismo creen que la mejor actitud personal es la resignación: hay que resignarse frente al propio destino, es decir, aceptarlo voluntariamente, sin críticas ni resentimientos, y con dignidad. La vida es vista por estas personas como una prueba exigente y dolorosa, pero es la capacidad de aceptar lo que nos fue designado que nos vuelve más merecedores -o no- de una vida de calidad en lo pos muerte.

En sus vidas, de una manera general, esas personas hacen lo que se les exige y como se les exige, en la más completa sumisión a la voluntad y designios de aquél a quien le toco una mejor posición social, o de más poder, en la sociedad (el empleador, por ejemplo, o un gobierno). Por otro lado, creer en un destino ya escrito les ahorra todo esfuerzo necesario para cambiar: como nada puede ser cambiado, puesto que todo está predefinido, no vale la pena esforzarse, tener iniciativas o buscar cambios.

El fatalismo también compromete la historicidad (o línea histórica) de los eventos: uno se “descompromete” de lo que le sucede en la vida, no cree necesario preguntarse que habrá hecho para legar hasta aquel punto, y tampoco aprende de lo vivido en lo pasado, ni planifica el futuro. Como mucho se preguntará “¿qué querrá Dios que yo aprenda de esta experiencia?” Aparte eso, solo responde a lo inmediato, tanto para bien como para mal. Y tal conducta es comprensible: el presentismo es la única alternativa realista cuando el camino de cada uno ya está escrito y en nada puede cambiarse.

El fatalismo constituye un círculo vicioso de conformismo: se aceptan las exigencias porque el destino de uno ya está escrito, pero al no hacer nada por cambiarlo porque es inmutable, se confirma en su inmutabilidad. Ese círculo vicioso queda sellado y santificado, en última instancia, el destino se remite a Dios. Así, lo que es de hecho una realidad histórica, lo que es producto de los procesos humanos, de las actitudes individuales y colectivas, se saca de la historia, se naturaliza y se absolutiza, remitiéndolo a Dios. Lo más grave es, en mi punto de vista, la naturalización y la ausencia de necesidad de buscar respuestas a lo que uno vive en las propias acciones de nuestras vidas, en nuestro pasado, porque eso quita toda y cualquier posibilidad de crecimiento, a nombre de una evolución después de la muerte. Pero, al final, eso es lo que el fatalismo desea: que no haya cuestionamiento ni evolución personal.

¿A qué se debe el fatalismo? ¿A quién sirve esa “síndrome” actitudinal? A todos que en él creen, ya que evita confrontarnos con la frustración ante esfuerzos inútiles, el desgaste de intentos que chocan contra el muro de la intransigencia de aquello que no controlamos. En ese sentido, el fatalismo seria un mecanismo adaptativo, una estrategia de supervivencia, que nos permite una subsistencia en condiciones desfavorables.

¿A qué voy con todo eso? Que somos todos campesinos viviendo en situaciones deplorables en algún punto, sometidos a la idea de que nuestras vidas están predeterminadas por fuerzas desconocidas, las cuales tienen mejor conocimiento de lo que es mejor para nosotros, más que uno mismo. Ante el peor de los dolores, tratamos de no rebelarnos, tratamos de mantener la paz y la dignidad interna y, en algún nivel, pensamos que algo habremos hecho para merecerlo (sino en esta vida, en vidas pasadas).

Ese pensamiento es ideal para la resignación. Excelente en el sentido que asegura control social ante situaciones de violencia y desigualdad. Evita rebeliones, reacciones emocionadas de aquellos que sufren en la carne tal violencia. Mantiene a los heridos bajo control. Pero, por otro lado, previne cambios personales y sociales. Se naturaliza bestialidades de un sistema que hace rato ya se les escapo al control de nuestros gobernantes. Ya no nos asombramos ante violencias sociales inexplicables. Vamos tranquilizándonos, tratando de aceptar nuestro destino con dignidad, sin cuestionarnos de que forma contribuimos para lo que vivimos y también para el enredo social en lo cual estamos metidos. Sin cuestionarnos, no cambiamos. Sin cambios, todo sigue igual, o empeora. Al seguir igual, no evolucionamos. Nos vamos llevando por aguas que ya no sabemos de donde vienen, tampoco para donde van.

Y lo mismo se observa en nuestras vidas personales. Cosas suceden día tras día, se repiten, y muchas veces le atribuímos a un carma o algo que lo valga. “¿Por qué siempre me pasa a mí eso?”, es una pregunta que nos cruza la mente, pero muy fugazmente. En un minuto, ya lo atribuímos al destino, y seguimos con la tranquilidad de que no hay nada que podemos hacer. No nos miramos, no nos auto cuestionamos, no cambiamos.

No quiero cuestionar la creencia personal de cada uno. Pero si quiero cuestionar esa creencia personal de que hay un más allá que nos rige, y ante el cual estamos de manos atadas frente a los eventos de nuestras propias vidas. Si nuestras vidas están escritas, ¿seremos títeres de un plan ajeno? Creo que si hay un más allá, él tendrá algo mayor y mejor para ocuparse que observar el teatro de nuestras vidas cumpliéndose tal cual él lo espera, una vez que ya sabe el final. Si hay un Dios, supongo que él cuenta con la posibilidad de que nos superemos, y lo sorprendamos. Supongo que él está esperando que sus hijos crezcan y se vuelvan hombres, como nosotros esperamos que nuestros hijos crezcan y se independicen. ¿Querrá él tan solo observar nuestra capacidad de resignarnos ante sus caprichos e ideas que se le ocurre para nuestras vidas? Si hay un Dios, no podría imaginarlo tan caprichoso. Supongo que su idea primordial será que aprendamos a cuestionarnos, evaluarnos y corregirnos en nuestros propios caminos siempre que necesario. Como un padre para sus hijos, supongo que él desearía que en algún momento nos hiciéramos cargo de nuestros actos y consecuencias de los mismos en nuestras vidas, sin creer que todo empieza y termina en él.

Y si es así, somos libres y autónomos para actuar, cambiar, remodelar todo con lo cual no estamos conformes a partir de una auto-observación. ¿No será eso que realmente, al fin y al cabo, quiere él? ¿Y si lo intentamos?