NOVO ENDEREÇO WEB: // NUEVA DIRECCIÓN WEB:

Nosso site mudou de endereço. Clique AQUI para visitar-nos! // Nuestro sitio cambió de dirección web. ¡Haga clic ACÁ para visitarnos!

lunes, 31 de enero de 2011

Perfección versus auto-aceptación


Somos hermosos, rubios, delgados, inteligentes, exitosos. Y si no lo somos, tratamos de serlo, porque tenemos que ser maravillosos en todo, todo el tiempo. 
Esa expectativa genera frustración en la inmensa mayoría de las personas. Cuando uno se establece metas muy altas, las chances de alcanzarlas son pocas, y luego, nos sentimos frustrados. 
Lo mismo sucede con las relaciones. Esperando por el hombre o  la mujer ideal, que tiene que cumplir con una importante lista de predicados para ser "el elegido" y merecerse estar a nuestro lado, pasamos la mayor parte del tiempo solos y frustrados. Miramos besos y mimos entre otras parejas en las calles, parques, y pensamos que nos encantaria estar en su lugar. ¿De verdad nos encantaria? ¿Alguien sabe como es esta pareja en la intimidad de su hogar? ¿Cuántos sapos se tuvo que tragar ella para para estar con él? ¿Cuántas cosas él tuvo que renunciar para estar con ella? 
De alguna manera, aprendimos que la felicidad sólo es posible en la perfección. Tenemos que tener las lolas más grandes y más lindas, el pelo lacio y brillante, nuestras medidas de busto / cintura / cadera tienen que ser 90-60-90 ... y así seremos felices. ¿Será cierto eso? 
Nunca hemos tenido tantos recursos tecnológicos a nuestra disposición y nunca hemos visto a tantas personas tomando antidepresivos. Los hospitales y las clínicas están llenas de transtornos emocionales y psicológicos. El número de personas con ataques de ansiedad y pánico crece dramáticamente todos los días, y los medicamentos para tratar a estas enfermedades también. Eso para no hablar de las adolescentes con anorexia y bulimia, transtornos que ya se han convertido en “comunes” de la adolescencia. 
Pero ¿por qué tanto desoden emocional y psicológico si sobran recursos para volvernos lo que queremos, y como queremos? Porque nos falta auto-aceptación. 
La búsqueda inútil por la perfección física, por el otro perfecto con quien establecer una relación perfecta, es agotadora. Hemos retrasado el paso de los años con cremas mágicas y cirugías plásticas, pero nos olvidamos de que el alma envejece a su propio ritmo, y también pide cuidados. Con la ilusión de la perfección física, que cambia según la cultura, el lugar y la época (nos olvidamos de eso), creemos que tenemos que ser omnipotentes también emocionalmente, como personas. No tenemos que ser lo que somos. Tenemos que ser perfectos. 
Nos pasamos la vida tratando de hacer perfecta esta imagen que el espejo nos devuelve, olvidándonos que detrás de ese reflejo hay una persona con cualidades y fallas, hay alguien que necesita ser aceptado. No por los demás, no por ser bella, hermosa, inteligente, musculoso, pero por lo que es. Queremos que la gente sea perfecta en un mundo que, por sí mismo, está todo fallado. 
Esta ansiedad por la perfección también se transmite a las generaciones siguientes. ¿Será culpa de los adolescentes que hoy en día hayan tantos transtornos de la alimentación en la búsqueda de la imagen perfecta? 
Desde muy pequeños, los llenamos a nuestros hijos de actividades. No les dejamos espacio para cultivar el ocio, supuestamente porque la ociosidad no es productiva. ¿Quién lo dijo? En la ociosidad se produce calma, tranquilidad, reflexión. Hoy en día, hay poco espacio para la autorreflexión y una búsqueda sin fin por lo que está fuera, en el otro, en el mundo. De hecho, el pensar es algo que asusta y angustia. Por lo tanto, nos ocupamos al máximo, así no tenemos tiempo para pensar. Sólo que eso tiene su precio. Nuestros sentimientos y pensamientos siempre  encuentran su manera de hacerse escuchar, siempre encuentran su camino hacia la superficie. Nuestra elección es si eso se va a dar de una manera sana o por medio de los transtornos emocionales y psicológicos de nuestro tiempo. 
Sin escuchar al alma que nos habla todo el tiempo, a este corazón que se ha convertido en tan sólo una bomba que envía sangre a todas las células de nuestro cuerpo, nos volvemos cada vez más ansiosos, más deprimidos, más solos. Evaluamos que tán bien estamos según nuestra capacidad de cumplir con los estándares de belleza e inteligencia, según los logros profesionales que podemos contar, según lo establecido por la sociedad. ¿Y cómo sabemos si estamos mejor o peor para nosotros mismos? Terminamos llenos de títulos y predicados, e igualmente tristes. ¿Por qué? 
Sí, somos maravillosas, divinas, bárbaras en un millón de aspectos. Pero hay cosas en cada uno de nosotros que no son tan buenas, ni tan maravillosas, pero que también son partes de uno y deben de ser aceptadas e incorporadas como tales. En lugar de tratar de encajarnos en las normas externas, hay que seleccionar a nuestros amigos y compañeros de vida por su capacidad para aceptar también nuestras cosas que no son tan bonitas, y que no obedecen a la regla. En lugar de buscar la pareja perfecta, deberíamos buscar un compañero capaz de ver más allá de esa imagen reflejada en el espejo, y que nos pudiera amar y aceptar integralmente. 
La búsqueda por la perfección genera soledad. Es una búsqueda desesperada y ansiosa, cuyo único resultado posible es la frustración. Debemos ser capaces de amarnos a nosotros mismos como somos, con nuestra belleza y nuestros dolores, con nuestra originalidad y nuestras imperfecciones. Debemos enseñar a nuestros hijos a cultivar un espacio para la autorreflexión, el ocio, porque al llenarlos de actividades extraescolares donde son evaluados por habilidades diversas, les terminamos enseñando que su valor está directamente relacionado con su capacidad para ejercer bien tales habilidades cuando, de hecho, eso no es todo. La vida es más que eso, el ser humano es más que eso. 
Debemos ser juzgados por nuestra capacidad de amar y aceptar a nosotros mismos. Aceptación de sí mismo genera la aceptación de los demás, libera endorfinas, hace bien al corazón y al alma. El foco está puesto en el lugar equivocado. No somos perfectos, tampoco lo tenemos que ser. Seamos personas mejores para uno según nuestras propias normas y valores. El mundo exterior, que establece las normas, es un lugar de paso, de idas y venidas. Al final del día, es en la almohada donde ponemos nuestras cabezas que rendiremos cuentas de que tan felices somos y estamos. Y a esa bomba que llevamos en el pecho llamada corazón no le importa en lo más mínimo que tanto de esas normas estamos cumpliendo. Él sólo quiere sentirse amado y acompañado. 
Tal vez el amor no sea tan difícil de encontrar. Por ahí lo estamos buscando en el lugar equivocado...

Perfeição versus auto-aceitação


Somos lindos, loiros, magros, inteligentes, bem sucedidos. E se não somos, tratamos de ser. Porque “temos” que ser maravilhosos em tudo, o tempo todo.
Essa expectativa cria frustração na grande maioria das pessoas. Quando estabecemos metas muito altas, as chances de que as alcancemos são poucas, e logo, nos sentimos frustrados.
O mesmo acontece com os relacionamentos. A espera do homem ou da mulher ideal, que tem que cumprir com uma lista importante de predicados para ser "o escolhido" e estar ao nosso lado, passamos a maior parte do tempo sozinhos e frustrados. Olhamos aqueles casais aos beijos e mimos nas ruas, nos parques, e queríamos estar no lugar deles. Será que queríamos mesmo? Alguem sabe como é aquele casal na intimidade do seu lar? Quantos sapos ela teve que engolir para estar com ele? Quantas coisas ele teve que ceder para estar com ela?
De alguma forma, aprendemos que a felicidade só é possível na perfeição. É preciso ter os seios maiores e mais lindos, o cabelo liso e brilhante, ter as medidas de busto/cintura/quadril de 90-60-90... e assim seremos felizes. Será mesmo?
Nunca tivemos tantos recursos tecnologicos à nossa disposição e nunca se viu tanta gente tomando antidepressivos. Os hospitais e consultórios estão cheios de desordens emocionais e psicológicas. O numero de pessoas com crises de ansiedade e pânico cresce vertiginosamente a cada dia, e as medicações para tais enfermidades também. Isso para não mencionar as adolescentes com anorexia e bulimia, que já se tornaram transtornos comuns da adolescencia.
Mas, por que tanta desodem emocional e psicológica se sobram recursos para sermos aquilo que quisermos, como quisermos? Porque falta auto-aceitação.
A inutil busca pela perfeição fisica, pelo outro perfeito para estabelecer uma relação perfeita, é desgastante. Atrasamos o passo dos anos com cremes mágicos e cirurgias plásticas, mas esquecemos que a alma envelhece a seu próprio ritmo, e também ela pede cuidado. Com a ilusão de perfeição física que muda segundo a cultura, o lugar e a época (esquecemos disso), acreditamos que temos que ser onipotentes também emocionalmente, como pessoas. Não temos que ser quem somos. Temos que ser perfeitos.
E passamos a vida tentando tornar perfeita essa imagem que o espelho nos devolve, esquecendo que detrás daquele reflexo há uma pessoa, com qualidades e defeitos, e esse alguém precisa ser aceitado. Não pelos outros, não por ser lindo, belo, inteligente, musculoso e sarado, mas por ser quem é. Queremos ser pessoas sem falhas num mundo que, por si só, já é todo falhado. 
Essa ansiedade pela perfeição também é transmitida às gerações seguintes. Será culpa das adolescentes que hoje em dia hajam tantos disturbios alimentares em busca da imagem perfeita?
Desde bem pequenos, enchemos nossos filhos de atividades. Não lhes deixamos espaço para cultivar o ócio, porque supostamente o ócio não é produtivo. Quem disse que não? No ócio se produz calma, tranquilidade, reflexão. Hoje em dia, há pouco espaço para auto-reflexão e uma busca incessante por aquilo que está fora, no outro, no mundo. Aliás, pensar é algo que assusta e angustia. Então, nos ocupamos ao máximo, assim não temos tempo para pensar. Só que isso tem seu preço. Nossos sentimentos e pensamentos sempre vão buscar seu caminho em direção a superficie. A escolha é se isso acontecerá de forma saudável ou através das desordens psicológicas e emocionais da atualidade.

Sem dar ouvidos a essa alma que nos fala o tempo inteiro, a esse coração que hoje se tornou apenas uma bomba que manda sangue a todas as células do nosso corpo, nos tornamos cada vez mais ansiosos, cada vez mais depressivos, cada vez mais sós. Medimos se somos melhores ou piores segundo a nossa possibilidade de alcançar os padrões de beleza e inteligencia, segundo nossas conquistas profissionais, segundo o estabelecido pela sociedade. E como sabemos se somos melhores ou piores para nós mesmos? Terminamos cheios de títulos e predicados, e igualmente infelizes. Por que será?
Sim, somos maravilhosos, ótimos, excelentes, em um milhão de aspectos. Mas há coisas em cada um de nós que não são assim tão boas, nem tão maravilhosas, que também são partes nossas e deveriam ser aceitas e incorporadas como tais. Em lugar de buscarmos nos encaixar nos padrões externos, deveríamos selecionar nossos amigos e companheiros de vida por sua capacidade de aceitar também aquelas coisas de cada um de nós que não são tão lindas, e que não obedecem a regra geral. Em lugar de buscar o parceiro perfeito, deveríamos buscar o parceiro capaz de ver a gente além daquela imagem refletida no espelho, e que nos ame e aceite por tudo aquilo que vê.
A busca pela perfeição gera solidão. É uma busca frenética e ansiosa, cujo único resultado possível é a frustração. Precisamos poder nos amarmos tal qual somos, com nossas belezas e com nossas tristezas, com nossas originalidades e com nossas imperfeições. É preciso ensinar nossos filhos a cultivar um espaço de auto-reflexão, de ócio, porque ao enche-los de atividades extracurriculares onde são avaliados por habilidades diversas, terminamos ensinando que seu valor está diretamente ligado a sua capacidade de performar bem aquelas habilidades, quando, em verdade, não é só isso.  A vida é mais do que isso, o ser humano é mais do que isso.

Deveriamos ser avaliados pela nossa capacidade de nos amarmos e de nos aceitarmos. A auto-aceitação gera aceitação do outro, libera endorfinas, faz bem ao coração e a alma. O foco está posto no lugar errado. Não somos perfeitos, não temos porque se-lo. Sejamos melhores como pessoas para nós mesmos, segundo nossos próprios padrões e valores. O mundo lá fora, esse que estabelece padrões, é um lugar de passagem, de idas e vindas. No final do dia, é no travesseiro onde deitamos nossa cabeça que prestaremos contas de que tão felizes somos e estamos. E aquela bomba que temos no peito chamada coração não se importa nem um pouco com quanto daqueles padrões lá de fora estão sendo cumpridos. Ele só quer se sentir amado e acompanhado.
Talvez o amor não esteja tão dificil de encontrar nos dias de hoje. Talvez estejamos buscando no lugar errado...

miércoles, 19 de enero de 2011

Sonho e realidade

Vou pela vida me apaixonando. Me apaixono pelos lugares que visito, pelas pessoas que conheço... mas me apaixono mais pela historia que crio para elas em minha cabeça do que pela historia que vivo com elas (pessoas e lugares). Porque acho que ha um não-sei-o-que em mim que precisa se apaixonar, precisa pintar a vida de cor de rosa, enche-la de suposições, de “e se...”, ainda que eu nunca venha a averigua-los de verdade. Então, quando a vida por si mesma fica meio preto-e-branco, tenho as memorias que construi das historias que vivi em minha mente e coração para visitar, e revisitar, e voltar a me apaixonar, e voltar a encher de cor de rosa um dia ou outro meio cinza.

E são esses sonhos que me empurram pra frente. Por eles, me empenho em me tornar uma pessoa melhor. Por eles, olho pro passado com nostalgia. Com base neles, avalio que tão feliz estou ou não com o meu presente. Alguns deles me deixam com um gostinho de “quero mais”. Outros são maravilhosos, mas sei que não durariam cinco minutos em outro lugar que não fosse na minha imaginação.
Ainda assim, eu os alimento e eles me alimentam. De que? De outros sonhos, provavelmente. De força e energia para buscar um novo amanhecer e um novo entardecer. De vigor para aproximar a minha realidade a aquele sonho. Eles fazem com que eu queira me tornar uma pessoa melhor pra minha realidade, e fazem com que a minha realidade seja mais palatavel para mim, em muitos momentos.
Sonhos... algumas pessoas querem fugir deles. Os evitam tanto que um dia perdem a capacidade de sonhar, se tornam amargas. Defendem que a vida só existe na realidade da vida cotidiana, no que é concreto. Mas... o que é o concreto, se não algo que um dia foi sonhado por alguem que levou esse sonho adiante e o tornou realidade?
Eu construo a minha realidade. E se falamos de percentuais, creio que em meus melhores dias 50% do que vivo é real, os outros 50% são vividos na minha mente. Nos meus piores dias, tenho um 90% de realidade. E em dias muito especiais, 35% do que sonhei por dias, semanas ou anos se une aos outros 50%, se convertem em realidade. Esses são os dias milagrosos, aqueles nos quais vivemos coisas que nunca imaginamos possiveis. 
E é porque esses raros dias existem, esses raros dias em que isso que vivemos e revivemos incontaveis vezes em nossa cabeça e coração ganha forma e se torna real, são por esses dias que continuamos vivemos, e que insistimos em continuar sonhando.

Sueño y realidad

Voy por la vida enamorandome. Me enamoro de los lugares que visito, de las personas que conozco... pero me enamoro mas de la historia que crio para ellas en mi cabeza que por la historia que con ellas (personas y lugares) vivo. Porque me parece que hay un que de no-se-que-en-mi que necesita enamorarse, que necesita poner un color de rosa en la vida, llenarla de suposiciones, de “y si”, aunque nunca los venga a averiguar de verdad. Entonces, cuando la vida en si misma se vuelve medio blanco y negro, tengo a las memorias que construi de las historias que vivi en mi mente y corazon para visitar, y revisitar, y volver a enamorarme, y volver a llenar de color uno u otro dia gris.
Y son eses suenos que me llevan adelante. Por ellos, me empeño en volverme una persona mejor. Por ellos, miro al pasado con nostalgia. Con base en ellos evaluo que tan feliz estoy o no en mi presente. Algunos de ellos me dejan un gustito de “quiero mas”. Otros son hermosos, pero se que no durarian cinco minutos en otro lugar que no fuera en mi imaginacion.
Aun asi, los alimento y ellos me alimentan a mi. ¿De que? De otros sueños, probablemente. De fuerza y energia para buscar un nuevo amanecer y un nuevo atardecer. De vigor para acercar mi realidad a aquel sueno. Ellos hacen que yo quiera ser mejor para mi realidad, y hacen mi realidad mas palatable para mi, en muchos momentos.
Sueños... algunas personas se quieren escapar de ellos. Los evitan tanto que un dia pierden la capacidad de soñar y se vuelven amargas. Defienden que la vida solo existe en la realidad, en lo concreto. Pero, ¿que es lo concreto, sino algo que un dia fue soñado por alguien?
Yo construo mi realidad. Y si hablamos en porcentajes, creo que en mis mejores dias un 50% de lo que vivo es real, los otros 50% los vivo en mi mente. En los peores dias, hay un 90% de realidad. Y en dias muy especiales, un 35% de lo que soñe por dias, semanas o años se une a los otro 50%, se convierte en realidad. Eses son los dias de los milagros, aquellos en que vivimos aquellas cosas que nunca imaginamos posibles. 
Y son porque eses raros dias existen, eses raros dias en que eso que vivimos y revivimos incontables veces en nuestra cabeza y corazon gana forma y se torna real, son por eses dias que seguimos viviendo, y que insistimos en seguir soñando.