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lunes, 2 de mayo de 2011

La importancia de decir adiós

Leo con frecuencia la pagina “www.thirdage.com” y hoy me toco leer un articulo llamado “como planear el resto de tu vida”. Por mas morbido que pueda parecer, en verdad, mientras estamos vivos se nos escapan detalles que por ahí deberían estar en nuestra lista de prioridades, y que se vuelven sumamente complicados manejar cuando nos enfermamos o nos morimos.
Y si bien no estoy planificando en ese momento el resto de mi vida, estoy en un proceso de cierre de etapa que me hizo pensar en la importancia de cerrar bien las cosas antes de partir. Porque si, prepararse para el resto de tu vida, o para tu muerte, no deja de ser ocuparse de darle un buen cierre a tu vida. Uno de los ítems que la revista electrónica dice ser importante ocuparse es de los memoriales, lo que incluye dejar cartas o videos a las personas que importan, diciendo ahora todo lo que queremos decir y que, por una razón o por otra, podemos no tener la oportunidad cuando sea llegada nuestra hora.
Ahora estoy atravesando un proceso de muerte: me mudo de país. Una etapa llega al fin y empieza otra, que espero con ansiedad. Y, más allá de si creo que hay vida después de la muerte o no, el fin de la vida nada más es que un cierre de etapa. Y ocuparse de eso es un gesto de amor hacia nuestros entes queridos.
Por suerte, este proceso de muerte que estoy atravesando me está permitiendo el tiempo necesario para decir a las personas que no me acompañarán físicamente en esa mudanza, pero que me acompañaron por un rato en mi vida, lo importante que fue tenerlas cerca, y porque. Estoy teniendo el tiempo de agradecerles por todo lo que fueron y hicieron por mi. Tengo el tiempo de cerrar cuentas, aclarar puntos. Y con eso busco no solamente eternizarme en sus memorias como decirles que, de alguna manera, estarán inmortalizadas en las mía.
No necesariamente las relaciones que dejo atrás se terminarán. De hecho, estoy segura que muchas de ellas se fortalecerán. Pero ellas también ingresarán en una nueva etapa: no serán de la misma manera ni serán las mismas. Podrán ser mejores, peores, pero no serán iguales, porque la vida cambiará, los escenarios cambiarán, los tiempos que compartiremos serán otros y nuestras prioridades también. Entonces, por que no darle un cierre? No a la relación, pero a la etapa vivida hasta acá, para que otra etapa pueda empezar. ¿Por que no decirles: “lo vivido hasta acá fue genial y yo estoy lista para que ingresemos en un nuevo momento en nuestras relaciones”?
Una partida nunca es sin dolor, ya sea de un trabajo, de un departamento, de la casa de los padres, de un país, de la infancia, de la juventud... aún de aquello que queremos dejar, lo familiar siempre se hace extrañar. La vida en si misma es un constante cambio. Querer frenarlos significa desear la muerte, porque solo la muerte es eterna, solo en ella hay la ausencia de cambios. Cada nueva etapa en la vida es una muerte y un renacer. Entonces, si cambiar es inevitable, hagamoslo sin escaparnos, cerrando etapas, atravesando las transiciones y transformaciones, y deseando lo mejor para lo que sigue, sin nunca olvidarnos que cuán bien o mal terminará todo depende siempre fundamentalmente de uno mismo. Uno solo no hace una linda relación ni la arruina: el trabajo es de a dos. Pero si los dos están comprometidos y tienen el objetivo mayor de hacer que todo siga, siempre se encontrará la forma, acá, allá, en cualquier lugar.

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