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domingo, 11 de septiembre de 2011

11 de Septiembre de 2001: una nueva perspectiva



Hoy es el 10 º aniversario del trágico suceso del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU. Recuerdo aquella mañana cuando el avión se estrelló contra la primera torre: yo estaba en mi casa, en mi cama, con anginas. Era un día laboral y yo no había ido a trabajar. Mi marido (en ese entonces, mi novio) me llama y me dice que prenda la tele porque un avión se había estrellado contra una de las torres gemelas en Nueva York y estaban hablando en un ataque terrorista. La prendí, la primera torre acababa de ser atingida... Al principio, yo no creía en la posibilidad de un ataque terrorista. Era muy cinematográfico para ser verdad. Seguro había sido un accidente y nada más. Unos minutos más tarde el segundo avión se estrelló contra la segunda torre. A continuación, un avión se estrella en el piso cuando iba hacia el Pentágono, al igual que la Casa Blanca...una pesadilla. Ya no podía negar que realmente había sido un ataque terrorista. Una pesadilla, pero... para mí era casi irreal. Era una película que miraba en la tele, una película de terror, sí, pero nada más que eso. El impacto de este acontecimiento en mi vida fue el aumento de los procedimientos de seguridad para entrar en EE.UU., se hizo más difícil conseguir la visa, y nada más.
Recuerdo que en ese momento yo tenía un amigo que vivía en Denver, y discutimos mucho sobre el tema, especialmente cuando EE.UU. decidió invadir Irak en busca de Osama Bin Laden. Yo, como muchos brasileños, estaba totalmente en contra de esta invasión. Le decía que no podían responder a violencia con más violencia, que generar una guerra tenía un costo muy alto para mucha gente inocente, que eso era una locura y un error. Mi amigo, muy religioso, me decía que apoyaba la guerra. Él me preguntó, "si entraran en tu casa y mataran a tu hijo, ¿vos no matarías a esa persona?". Yo, desde mi inocencia y falta de su realidad, no sólo le dije que no era comparable, como que probablemente no, no haría pagar lo que me hicieron en la misma moneda. Mentira: yo si lo haría, pero era necesario defender la paz, evitar la guerra. Él me preguntaba: "¿que paz?"
Hoy vivo en EE.UU. Vi a mi ciudad prepararse para recordar a los muertos del día 11 de septiembre 2001. Cerca de 3.000 personas sólo en las Torres Gemelas se murieron aquel día. El viernes recibí un pedido de la escuela de mi hija para que ella fuera a la clase vestida con los colores blanco, azul y rojo. A los niños los sentaron en circulo y les contaron la historia del 11 de septiembre. Ellos todavía no habían nacido, entonces, había que hacerlos conocer la historia, porque eso acá es algo histórico. Y la gente no sólo siente mucho miedo cuando se acerca la fecha, sino que también se siente muy triste. Hablar del tema es correr el riesgo de que empiecen a llorar adelante de uno, estés donde estés. Otros muestran una expresión de incomprensión en el rostro, cambian la expresión, se quedan sin palabras. Ellos se sienten muy vulnerables, expuestos, indefensos, y creen que es muy poco lo que pueden hacer para protegerse contra esta amenaza silenciosa en las que viven constantemente. Una amenaza que puede venir del cielo, que no elige víctimas, pero que ha elegido a su país y a sus habitantes para hacer público al mundo no sólo su existencia sino también su odio. El viernes fui a pagar el impuesto de mi auto y la mujer que me atendía me miró y me dijo que era imposible de entender como alguien le podía odiar con tal ferocidad. El evento del 11 de septiembre es algo muy personal para ellos. Si miro a lo que sucedió desde su punto de vista, desde su lugar, ella tiene razón. Mal podemos explicar el rechazo de algunas personas en nuestra vida hacia uno, imagínense explicar algo así, de ese tamaño, un asesinato en masa cuya autoría fue asumida pública y orgullosamente.
Cuando hablamos con los estadounidenses, los escuchamos quejarse que los impuestos que pagan son muy caros, que se les deduce una cantidad absurda de plata de sus ingresos, pero todos están de acuerdo en unanimidad con pagar por aquello que se destine a la educación y a lo militar. La frase que dicen es: todo país tiene que ser capaz de defenderse. Cosas que, en Brasil o Argentina, ni se piensa. ¿Defenderse militarmente? ¿Para que?
Barack Obama viene con una popularidad bajísima entre los estadounidenses. El problema de la deuda externa y el desempleo, que no baja de los 9% desde hace algún tiempo, aumentó considerablemente el rechazo de los estadounidenses hacia él. Se observó una mejora en su popularidad sólo cuando anunció que traía el cuerpo de Osama Bin Laden a los EE.UU. Todos los estadounidenses no sólo apoyaron la iniciativa de Bush, entonces presidente, para invadir Irak y poner fin al liderazgo de los Bin Laden, como apoyan que un país tenga armas y esté entrenado para defenderse. Esta es una de las posturas principales que causan el rechazo de los otros países hacia los EE.UU., al menos en lo que se refiere a los países de América Latina. Lo que más se dice es que sus guerras son con el propósito de obtener petróleo exclusivamente, y dominar el mundo. No sé cuánto hay de verdad en esto, pero hoy puedo decir que el tema de la seguridad para ellos es más importante que la cuestión del petróleo. Ellos se sienten un blanco fácil del odio que proviene de algunos países, especialmente en Oriente Medio, y no saben cómo manejarlo, cómo protegerse, cómo responder a eso. Se sienten atrapados y expuestos como si fueran niños. Y eso es algo muy conmovedor para quien lo ve desde fuera.
Y la manera que encontraron para luchar contra este sentimiento de extrema exposición fue el aumento de seguridad en cada entrada a su país, y matar al líder del movimiento que en un único día sacó más de 3.300 personas de sus vidas. Su dios les permite hacerlo, porque el dios en quien creen dice que es un derecho primario de todo ser humano el defenderse y el defender la vida de los que aman. Por esta razón, ellos tienen porte de armas y no pensarían dos veces antes de matar a alguien que invada a sus hogares. Personalmente, ¡comparto sus posturas! Personalmente, creo que su dios es más realista y menos idealistas que muchos otros.
Pero no es lo que yo creo que está en juego acá. Tampoco la idea es hacer juicios acerca de cómo ellos lidian con todo lo que viven. Mi objetivo, al empezar a escribir sobre ese tema, era traer un poco de luz y conocimiento al dolor que ellos traen, que muchas veces parece irreal o menor para los que están en otros lados y que no fueron directamente afectados por él. El sentimiento general de los estadounidenses desde el 11 de septiembre de 2011 es de exposición, de incomprensión, de vulnerabilidad, y de que hay un grupo en el mundo que los odia de una manera que no pueden entender. Este acto terrorista es algo que excede su capacidad de dar sentido a los acontecimientos de sus vidas, algo que todos necesitamos hacer para poder vivir mejor. Ellos no lo pueden. No sé si yo podría. Hasta el día de hoy lloran al recordar el evento, porque les hace acordar que ellos y aquellos a quienes aman están indefensos frente a un odio inexplicable.
Ellos no han vuelto a reconstruir en el lugar en donde antes se encontraban las torres gemelas. Al contrario, allá hicieron una hermosa cascada de agua, que va desde el suelo hacia abajo, y la rodearon con piedra negra, en donde está registrado el nombre de todas las víctimas que allá fallecieron. Simbólicamente, ellos están diciendo que no se van a olvidar lo que les hicieron, tampoco la gente que allí se murió será olvidada. Otra vez, insisto: no juzgo si esa es o no la mejor postura, pero puedo entender y respetar su dolor.
Hay que vivir acá y mirarlos a los ojos cuando hablan para tener una idea más realista de lo que vivieron. Desde lejos, muchas veces, todo parece un circo medio inexplicable, especialmente en Brasil, donde todo es tan efímero, y el recuerdo de los acontecimientos se borran tan rápidamente. Sin adoptar una posición o lados, hay que entender que diferentes personas se manejan de diferentes maneras frente a diferentes temas. Y hay que respetar.

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