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martes, 22 de marzo de 2011

Donde Convergemos

Por primera vez en mucho tiempo desde que se conocieron, ellos se encontraron casualmente en la casa de un amigo en común y entre copas de vino, estuvieron charlando toda una noche. No estaban solos, pero sentían como si lo estuvieran. Por momentos, su charla involucraba a los demás, pero de a poco se fue acotando cada vez más para volverse de uno a uno. Se daban cuenta de que se veían a diario, pero ¿cuanto realmente se conocían? “Eran amigos”, dirían, pero los que miraban de afuera no necesariamente lo creían. ¡Eran tan afines, se buscaban mutuamente siempre, no podía ser solo amistad! A ellos no les importaba qué parecían, sino lo que realmente eran. Y esta noche se daban cuenta de que no tenían tan claro qué y cómo era cada uno.
Él estaba seguro de que la conocía, pero eso era parte de su personalidad, esa seguridad, esa certeza de que a todo lo puede captar con una mirada, que puede leer los gestos y aquello que no es dicho. Se le escapaba que hasta esa lectura no dejaba de ser una simple interpretación suya del otro que se le presentaba. Pero él confiaba demasiado en su percepción para dudar si lo que veía discrepaba de lo real. Y tampoco le importaba mucho lo real: le divertía la lectura que hacía de la realidad según sus ojos, no según la realidad misma.
Para ella, él se presentaba como una incógnita. Cuanto más ella pensaba entenderlo, más se daba cuenta de que no entendía nada. Sus palabras nunca cerraban con la lectura que ella hacía de sus gestos y miradas. Ella no dejaba de confundirse por él. “Era su Sol opuesto a Neptuno”, le habría dicho una astróloga que tiraba cartas. “A veces, hasta inconscientemente, él puede transmitir una imagen que no corresponde con la realidad, que no desea”. “Con un Plutón de MC, sin embargo”, la astróloga le decía, “dudo que sea inconsciente”. Era eso que hacía discrepar tanto sus gestos de sus palabras, que hacía que sus mensajes fueran confusos. Esta noche, en el pasar de las horas y con las copas de vino que compartían, ella se preguntaba que tanto de lo que ella había construido de él en su imaginación tenía relación con la verdad. En algún punto, charlar con él le encantaba, y ella se preguntaba si lo que le encantaba era él o era la imagen que ella se creo de él. Nunca llegaría a conocerlo de verdad, pensó, pero quizás eso no era tan importante, ella se repetía a sí misma. Lo que importaba era que ahora disfrutaba de ese vino, de la noche, de su compañía, y de la charla que tenían. Todo lo otro era menor.
Él la miraba con admiración, pero la veía como alguien que nunca le daría bola. Además, si bien era una persona mayormente sola, en su alma, él no estaba solo. Así, se contentaba con tenerla cerca, con ser amigos. Absorbía sus palabras con si fuera un néctar, como si contuvieran algo de sabiduría, como si así le pudiera aprender y aprehender, como si así pudiera tener un poco de ella solo para él.
Lo que más le confundía a ella eran aquellas miradas eternas, cuando no habían palabras en el aire y, aún así, parecía haber mucho siendo dicho. Esas miradas siempre la confundieron. Tenía mil ejemplos en su pasado de situaciones en que se quedo agarrada en miradas así. Y si bien nunca llego a saber que exactamente querían decir, nunca se equivocó respecto de una cosa: siempre quisieron decir mucho, siempre fueron miradas llenas de sentimiento.
Pero él era una persona a quien le gustaba tener su vida más o menos planificada. Ya había vivido mucho al sabor del momento, y ahora había decidido que era momento de conducir a su vida antes que dejarse conducir por ella. Era idealista, apasionado, pero había un lado suyo que le exigía que madurara, que creciera, y que tratara de construir algo. No podía seguir viviendo de ideales toda su vida.
Ella hacía el camino contrario: ya había sido muy idealista y apasionada en su vida, para luego haberse sentido más a gusto con una vida sin sobresaltos, y ahora extrañaba un poco más de idealismo y emoción. 
Iban en manos contrarias. Por ahí, justo por eso, se encontraban a medio camino.
Ella pensaba como pudo haber vivido tanto tiempo sin aquel amigo en su vida. Él pensaba que si bien esa amistad le hacia bien al corazón, nunca fue de nada ni de nadie, por lo cual, no le costaría perder esos momentos, si algún día los tuviera que perder. Los disfrutaría, mientras tanto. 
En algún punto de sus idealismos se encontraban: él la encontraba en aquel idealismo que de a poco iba abandonando, ella lo encontraba en aquel idealismo que de a poco iba recuperando. Estaban en momentos muy distintos de sus vidas, pero había un “no-se-que” que les unía. A ella, él le hacía acordar aquel tema de Alejandro Sanz, “Donde Convergemos”: “No lo dejes para después, tampoco no vaya a hacer antes del tiempo, todas las cosas tienen su momento, ¡búscalo!, ese momento exacto, ese punto donde convergen los sueños, donde converge lo nuestro, donde convergemos”.

Y así ambos creían que era la vida, ambos estaban seguros que todos convergemos en algún punto, que siempre habrían puntos de afinidades en todas las relaciones que quisiéramos entablar. La diferencia es que él no estaba muy interesado en entablarlas, y ella sí. 
La noche avanzó. Cuando se dieron cuenta, eran las 4 de la mañana, la mayor parte de sus amigos se habían ido, y ellos seguían con mucho por charlar. Un tema llevaba al otro, que llevaba al otro, que llevaba a un tercero. El teléfono de él sonó. Ella sabía que sería su pareja, pero era un mensaje que él no contestó. Ella sabía que se acercaba su momento de partir “in so many ways”. Ella también tenía que irse, pero no quería. Pensó en cuantas cosas le podía decir, pero que nunca se las diría, en parte porque creía que él ya las sabía, en parte por cobardía. Y en ese pensamiento se acomodó.
Él, de alguna manera, se sentía grato por no llegar nunca a conocerla completamente. Eso evitaría que repensara a su vida y se cuestionara muchas cosas, evitaría confusiones, decisiones, conflictos.
Se despidieron, como grandes amigos, seguros de que aquel sería uno de sus últimos encuentros, agradecidos por eso, y tristes a la vez...

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