NOVO ENDEREÇO WEB: // NUEVA DIRECCIÓN WEB:

Nosso site mudou de endereço. Clique AQUI para visitar-nos! // Nuestro sitio cambió de dirección web. ¡Haga clic ACÁ para visitarnos!

martes, 21 de junio de 2011

Ansiosa, ¿yo?

Todos los días trato de probar algo diferente. Aunque sea haciendo lo mismo, lo que para mí es intentar algo nuevo, una vez que mi patrón es estar siempre en busca de novedades. A veces, me quejo de los cambios, de la velocidad de las cosas en mi vida vida. Pero, como me dice la gente que me conoce bien, esa soy yo. Yo no podría vivir de otra manera.
Crecí escuchando que yo transmito mucha energía, mucha vibración, mucha ansiedad. Nunca entendí bien lo que eso quería decir, pero, de alguna manera, me ofendía: "Ansiosa, ¿yo?" Me decían que yo era inconstante, apurada, nerviosa, inquieta, física y mentalmente: siempre estaba en busca de algo nuevo. Nuevos amigos, nuevos conocimientos, nuevos aprendizajes. Eso era lo que yo transmitía. Pero, ¿quién se conoce a los 15, 25, 35 años? Hoy en día creo que sé mejor quien soy que hace 10 años, y seguro tengo razón: siempre nos conocemos mejor hoy que ayer o el día anterior. Lo que ahora tal vez sea distinto es que puedo ofenderme menos con lo que soy, con lo que transmito, con lo que la gente ve de mí, con lo que opinan, aunque no este necesariamente de acuerdo. Cuando somos adolescentes, adultos jóvenes, tenemos la ilusión de reciprocidad: la imagen que tienen de uno tiene que coincidir con la imagen que uno tiene de uno mismo. Rara vez es así. Hoy en día creo que mucho de lo que soy me sigue siendo dicho por mi interlocutor, por mi observador externo. Pero... ¿y si tienen una opinión de mí que no se ajusta a mi propia auto-imagen? ¡Mala suerte! Esta es sólo la opinión del otro. Me puede determinar y describir, o no. Depende del valor que yo le de a la opinión, de la importancia y del peso que yo le ponga.
En este sentido, son siempre las personas más cercanas a nosotros, aquellos que más tienen valor emocional para uno, que terminan "moldeándonos". Por qué son las opiniones de estas personas que uno va aceptando como verdadera y va incorporando. Así es que en la historia de la humanidad siempre fue tan importante la opinión de padre y madre. Solo hoy, como madre de dos hijas ya bien grandecitas, me doy cuenta de que tengo que tener cuidado con las opiniones que expreso. A veces quiero dar una opinión, pero me temo que eso las determine. Así que siempre estoy evaluando cuándo hablar y cuándo guardar silencio (cosa que yo no podía hacer con nadie hasta hace unos años). Por eso, creo yo, hay momentos en la vida en que vemos algunos padres e hijos que no se hablan: creo que cuando los hijos quieren ser diferentes de lo que los padres ven en ellos, se alejan, desaparecen, para poder identificarse con alguna otra cosa, buscar para si otra identidad. Si mantuvieran la cercanía, no podrían separar la imagen externa de la interna. Este equilibrio entre lo que ven de nosotros y lo que uno es no es fácil. Creo que es una batalla que trabamos con nosotros mismos y con el mundo durante muchos años de nuestras vidas. Hasta que logramos permitir que los otros opinen cosas y seguir existiendo como seres independientes, más allá de lo que dicen que ven en nosotros.
Y creo que solo con el tiempo podemos hacer las paces con lo que somos. ¿Y qué si soy ansiosa, inquieta,  curiosa? La verdad es que sí, ¡lo soy! Esto puede ser malo en muchas situaciones, pero también pueden ser buenísimo en muchas otras. ¿Hay algo que sea 100% bueno o 100% malo? ¿No es de la diversidad que está compuesto el mundo? Que feo y aburrido sería si todos fuéramos iguales y predecibles... Sí, soy impredecible... ¡y falible! ¡Qué libertad poder asumirlo para mí misma! Salvo raras excepciones en la vida, en especial cuando estamos ante alguien que nos interesa, tenemos siempre la ilusión y el deseo de mostrarnos impecables, supuestamente porque es la perfección lo que hace que una persona sea atractiva. En un mundo en donde se cultiva el físico perfecto, en donde estar gordito o pelado rara vez está bien visto, en donde ser grande no está de moda, en donde la pancita de cerveza está vista como un auto-abandono y como falta de autoestima, tenemos que ser perfectos, aunque sea en nuestras personalidades. ¡Dulce ilusión! Tanta gente perfecta anda por la vida sola... Yo misma, siempre que traté de ser perfecta, alejé de mí la gente que me interesaba. Escuchaba que yo era "demasiado mujer" para ellos...
Y así fue que por mucho tiempo anduve sola o muy mal acompañada. Hasta que me cansé de tratar de ser algo que yo no era, me cansé de tratar de superarme para el otro, y me asumí mi pancita, mis celulitis, mis estrías, mis kilos de más, mi ansiedad y agitación. Y entonces empecé a ser feliz. Aunque sola, estaba en paz conmigo misma. Si no podemos ser los mejores del mundo, seamos los mejores que podamos ser. No hace falta ser mejor que nuestro vecino de en frente, basta ser una persona mejor hoy que fuimos ayer. La competencia no tiene que ser por superar al otro, sino por superar a nosotros mismos. Si logramos esto, un poco cada día, ya tendremos mucho para enorgullecernos...

No hay comentarios.: