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viernes, 4 de marzo de 2011

Un mal día


Ella estaba teniendo un mal día y no podía hacer nada al respecto. Hoy ella no era la persona a quien le gustaba ser, que siempre encuentra lo positivo de cualquier experiencia negativa, no era la persona positiva que aconseja a los demás. Hoy ella necesitaba una persona así para darle consejos a ella. Hoy ella pensaba que el mundo era un desastre, que, básicamente, todo era pura hipocresía, y sólo quería que el día se terminara lo antes posible. Pero ni siquiera eso podía hacer: terminar el día. Así que decidió sentarse a escribir, con la esperanza de que poner en palabras lo que sentía podría ayudar.
Su día había empezado con una decisión: decidió, al final, que retomaría la universidad. No quería, pensaba dedicarse a otras cosas en los próximos meses, pero al final concluyó que alguna rutina le vendría bien. Sabía que no era una persona que se auto-organizaba con facilidad, y le funcionaba tener algo externo que le organizara. Al mismo tiempo, eso le sofocaba. Sólo una más de sus contradicciones.
A la tarde descubrió que un problema con el cual estaba luchando hacía rato, al final, no tenía solución, al menos no por ahora. Entonces recordó lo que ella siempre le dice a sus amigas desesperadas: no hay que desesperarse, porque pronto habrá una solución. Vio que ella misma no aplica su propio consejo, no lo sigue. "¡Qué buena amiga que soy, y que pésimo ser humano!" Sospechaba que esto podría ser una exageración, pero decidió que hoy no iba a evaluar cómo se sentía, sólo lo iba a sentir.
Terminó el día dando inicio a un curso de meditación. ¿Quién sabe por ahí no se convertía en la persona calmada, equilibrada y controlada que le gustaría ser? Fue a la clase sólo para darse cuenta que dos horas pueden ser larguísimas cuando somos ansiosos. Pensó que necesitaría mucha clase de meditación para tranquilizarse.
Dejó la escuela media hora más tarde del horario prometido sólo para descubrir que su novio no la esperaba en la calle, oscura y desierta, como habían acordado. Él le había enviado un mensaje preguntando a qué hora terminaba la clase. Ella se preguntó si él realmente creía que ella estaría haciendo meditación con el celular al lado. Se preguntó en qué momento él pensaba que ella respondería a su mensaje: antes de visualizar el nirvana o poco después de repetirse el mantra de la paz. Cuando se percató, estaba caminando a su casa, enojada, mientras él seguía recostado en el sillón mirando su película favorita. Inevitablemente, se encontraron, él quería discutir sobre algo que para ella, era indiscutible: él la dejó plantada en una calle oscura y desierta en una noche de jueves, innecesariamente. Simplemente podía haberle dicho que no la iba a buscar, y con eso, le hubiese ahorrado el sentirse descuidada por él. Se dio cuenta de que esto era sólo otro de esos momentos en que ella se enojaría, ellos pelearían, y entonces nada cambiaría: él continuaría haciendo algunas cosas que la irritaban, ella lo seguiría peleando, se sentiría descuidada, para luego resolver el asunto con ella misma (ya que ella ya conocía cada una de todas las excusas que él le daría). Y la vida seguiría.
Llegó a casa, fue a su cama a mirar el nuevo episodio de una de sus series favoritas. Lamentablemente, esa semana sólo una de sus series había presentado un nuevo episodio. ¡Qué lástima! ¡Ellas la entretenían mucho!
Pensó en todas las cosas que tenía que hacer: escribir un artículo sobre aquella película para ver si su amiga estaba interesada en publicarlo, escribir en su blog acerca de ese libro que leyó... y recordó lo que aprendió en la meditación sobre mantener la mente en el momento presente, la atención plena. Pensó que mal había empezado el curso y ya estaba fallando. Una vez más, aplazó sus escritos. Deseaba una Margarita salada. Se fue al balcón a fumar un cigarrillo, el tercer del día, su límite permitido... pensó que probablemente se fumaría un cuarto. Pensó en el día siguiente: levantarse temprano, ir a terapia ... ¿se quejaría del día "fantástico" que había tenido con la terapeuta? No lo sabía. ¿Sería capaz de dormir bien esta noche? No lo sabía. Con muchas preguntas y pocas respuestas, decidió elaborar todo en palabras sobre una hoja en blanco para, quizás, publicarlo en su blog, dejando que sus lectores entrevieran que antes de ser una persona que trata de ver a todo lo positivo, es una persona humana, a quien hoy le encantaría tener al lado aquella otra versión de sí misma para ayudarla a mejorar su estado de ánimo.

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